Toma el relevo de su suegra en la pescadería de un pueblo de Navarra: “Además, somos familia marinera”
La historia de Patricia Riobo Domínguez arranca detrás de un mostrador muy conocido para ella: la pescadería de su suegra, Marta Buñuel, un negocio con 24 años de vida en un pueblo de la ribera de Navarra. Después de años viéndolo funcionar en familia, ha decidido ponerse al frente y devolverle el movimiento diario al local, manteniendo el nombre que ya se ha hecho un hueco entre los vecinos: Pescados Marta.
Ese pequeño comercio se encuentra en la calle Libertad 2 de Cintruénigo, donde Patricia ha echado raíces desde muy joven. Nacida en Puentecesures (Pontevedra), tiene 35 años y se define como “navarrica”, aunque no olvida que procede de una familia marinera gallega. Su familia lleva muchos años instalada en la Comunidad foral: sus padres viven ahora en Corella y su hermano reside en Pamplona, mientras ella ha hecho su vida en el entorno de la Ribera.
Patricia llegó a Cintruénigo con solo 10 años, acompañando a sus padres en ese cambio de vida de Galicia a Navarra. Recuerda que, desde entonces, ha ido y venido muchas veces a su pueblo de origen, pero ahora lo visita sobre todo en vacaciones. “Yo me siento navarrica y solo voy a mi pueblo de vacaciones”, comenta, reivindicando a la vez sus raíces gallegas y su presente en la Ribera.
Antes de coger las riendas de Pescados Marta, ha trabajado durante ocho años en el supermercado DYA del propio pueblo. Ese detalle, cuenta, le ha dado una ventaja importante: “Así que me conocen todos”, bromea. Explica que la clientela “ya está hecha”, porque se ha tratado de un traspaso y la tienda no ha llegado a cerrar en ningún momento, lo que ha permitido mantener la confianza de los vecinos y que el flujo de gente haya sido constante desde el principio.
“Llevo ahora tres semanas trabajando y la verdad es que muy bien, muy contenta”, relata Patricia sobre estos primeros días al frente de la pescadería. Asegura que la han aceptado “fenomenal, siempre sumando y con muchas ganas de seguir” y subraya que su familia también está encantada con el cambio. Repite con orgullo que “además somos familia marinera, procedente de Galicia”, como una forma de recordar que detrás del mostrador hay toda una tradición vinculada al mar y al pescado.
En el día a día, el corazón de Pescados Marta está en el género que ofrece. Patricia sirve pescado fresco de martes a sábado y también marisco, siempre con la misma idea: trabajar con producto de primera calidad.
Todo le llega del Cantábrico y de la zona norte de Europa, y ella se encarga de prepararlo y colocarlo en el mostrador para que la clientela lo tenga fácil. Además, ha habilitado una zona de congelados donde se pueden encontrar pescado variado, calamares, marisco y productos de la marca Camporel, entre otras opciones para quienes prefieren llenar el congelador.
La decisión de dar el salto y quedarse con el negocio no ha sido un impulso repentino. “He trabajado en el sector anteriormente, pero siempre tenía en mente abrir mi propia pescadería”, explica. Por eso, cuando su suegra Marta Buñuel, que llevaba una pescadería abierta desde hace más de 20 años, decidió retirarse, Patricia vio clara la oportunidad. Sintió que era el momento de “lanzarse y gestionar mi propio negocio” en el mismo local de siempre, con el mismo nombre y con la misma relación cercana con la gente del pueblo.
No todo ha sido sencillo. Patricia admite que lo más complicado “ha sido todo el tema burocrático hasta la puesta en marcha de la actividad”. Tramitar papeles, cumplir requisitos y encajar plazos ha requerido paciencia. Pero, en contrapartida, destaca como “lo más positivo” la buena acogida de la clientela y la satisfacción que le da poder “gestionar mi propio negocio” y tomar cada decisión sabiendo que el proyecto lleva su sello personal.
Cuando habla de emprender, lo hace con un mensaje muy directo para cualquiera que esté dudando si dar el paso. “El consejo que le doy al que está pensando en emprender es que no tenga miedo y que lo intente, el no ya lo tiene, hay que ir a por el sí”, anima. Para ella, el cambio ha supuesto responsabilidad y trabajo, pero también la posibilidad de seguir ligada a la pescadería familiar y a su entorno de siempre.
En este camino, ha sido clave el apoyo de Consorcio EDER. Patricia cuenta que fue un familiar quien le habló de la entidad y le recomendó acercarse “para que me ayudaran con la puesta en marcha de la actividad”. Allí le han explicado todos los pasos a seguir, le han informado de las ayudas que podía solicitar y, además, le han acompañado con la tramitación de esas ayudas.
“Lo que más valoro es la atención y el trato que he recibido, ha sido de primera, además, me he sentido muy arropada todo el momento”, recalca. Y tiene claro qué es lo esencial cada vez que sube la persiana de Pescados Marta en Cintruénigo: “Lo más importante es que la clientela esté satisfecha con el género que ofrezco”.