Una pequeña tienda del barrio de la Milagrosa ha vivido un día especial. CG Arte, el comercio de manualidades y bellas artes situado en la calle Guelbenzu 50 de Pamplona, ha sido reconocido en los Premios de Reconocimiento al Trabajo Autónomo de Navarra 2025, entregados por la consejera de Derechos Sociales, Economía Social y Empleo, Carmen Maeztu.
El Gobierno foral ha destacado la trayectoria de 17 profesionales de sectores tan variados como el agroalimentario, la construcción, el comercio, la hostelería y las actividades artísticas o de belleza y cuidados.
En la modalidad de “Mejor profesional perteneciente en comercio, confección textil y de calzado”, el galardón ha recaído en el pamplonés José Javier Inchusta González, que lleva 28 años al frente de CG Arte, una tienda que —como explica— “promueve la cultura y apoya a artistas” desde 1998.
Inchusta, de 52 años, reconoce que este premio le ha emocionado especialmente por la respuesta del público: comenta que “me ha hecho mucha ilusión, sobre todo la acogida del cliente, porque una parte de la votación era popular y ha salido adelante”.
El comerciante admite que mantener vivo un negocio tan especializado y de barrio no siempre ha sido fácil. “Vamos camino de los 28 años y es complicado en un comercio de barrio, pero ahí estamos al pie del cañón y con ganas de seguir creciendo”, afirma mientras celebra que este reconocimiento sea “un espaldarazo moral” que le anima a seguir trabajando.
Inchusta insiste en que todavía es posible vivir de este tipo de tienda “a base de mucho trabajo, esfuerzo e ilusión”. Subraya la importancia del trato personalizado y explica que “la atención es prioritaria. No dispensamos un producto, sino que aconsejamos sobre lo que necesita el cliente”. A esta dedicación se suma un dato llamativo: “De esto solo quedamos tres o cuatro tiendas en Pamplona. Incluso viene gente de Vitoria y de San Sebastián a comprar”.
El origen de CG Arte está ligado a la madre del comerciante, Cristina González, con quien comenzó el proyecto y de quien tomó el nombre de la tienda. Con el paso de los años ofrecieron clases de manualidades y fueron adaptándose a las necesidades del público. Desde la jubilación de su madre tras la pandemia, él mismo se ocupa en solitario del establecimiento.
“Es un trabajo que me gusta”, comenta, recordando que estudió en Jesuitas y que se formó como ingeniero agrónomo en la UPNA, aunque nunca llegó a dedicarse a esa profesión. Antes de centrarse plenamente en la tienda, también exploró su afición por la fotografía.
Sobre el relevo generacional, confiesa que su hija decidirá libremente qué hacer en el futuro. “Esto le gusta, pero no le quiero influir. El tiempo y las circunstancias dirán”, señala.
El local es uno de esos espacios que llaman la atención desde la puerta. Inchusta lo describe como “un pequeño museo” pensado para resultar “atractivo, estético y agradable”, con un pasillo amplio y una explosión de color gracias a la gran variedad de materiales que ofrece. En cuanto a lo más demandado por los clientes, detalla que “es todo tipo de técnica pictórica”.
Añade que, en estos momentos, lo que más se mueve es la acuarela, la pintura decorativa para muebles y los sprays. “El arte es una forma que tenemos de expresarnos y aquí están las herramientas. Hay cinco tipos de acuarela diferentes, en pastilla y en tubo. Hay papeles adecuados para cada técnica…”, expone.
Quienes visiten la tienda van a encontrar “color, pintura y, por mi parte, intentar atenderles de la mejor manera posible”. Sobre el futuro, Javier reconoce que no hay relevo claro, pero todavía le quedan años de trabajo por delante: “Me lo he montado para mí y en el futuro ya se verá”.
