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Jesus Mari, el vecino de Falces ciego que no se pierde el encierro del Pilón: "Sólo falté una vez de joven"

El vecino ciego de Falces Jesús Mari Azcona caminando hacia el burladero después de cantar con la charanga antes del encierro del Pilón. IRANZU LARRASOAÑA
Este falcesino de toda la vida solo se saltó las fiestas de Falces una vez en su vida y ama cantar jota con la charanga.

El encierro del Pilón y las fiestas de Falces a la Virgen de Nieva son uno de los momentos más especiales para los habitantes del pueblo. Es una excusa para reunirse con amigos y familia y celebrar juntos de una semana de festejo.

Uno de los falcesinos que jamás se pierde el encierro y fiestas de su pueblo es Jesús Mari Azcona. Por costumbre, Azcona siempre sube hasta donde toca la banda antes del encierro para acompañarles cantando. Después, baja hasta el burladero donde disfruta del encierro.

Aunque suene algo normal, para Azcona es muy especial y que lleva haciendo durante años, incluso ahora que es ciego. "Llevo perdiendo la vista desde hace unos 4 o 5 años. Se me fue rompiendo la retina y empezaba a ver cada vez más oscuro hasta que ya no veo nada", explica el hombre.

A pesar de que haber perdido la vista con el tiempo, Jesús Mari Azcona no está muy afectado por haberla perdido. "Me lo tomé con mucho conformismo. A diferencia de muchas otras personas, yo sabía desde un principio que iba a dejar de ver, y eso me ayudó a tomármelo de otra manera", añade.

Pero aunque no pueda ver nada, eso no le frena para seguir asistiendo a las fiestas de su pueblo. "A las fiestas de mi pueblo no puedo faltar. Solo salí de mi pueblo una vez durante las fiestas, cuando era joven, y esa fue la única excepción. El resto de años siempre he estado aquí", cuenta Azcona.

Sorprendentemente, Azcona vive los encierros igual que cuando todavía podía ver, como si realmente no hubiera perdido la visión. "Gracias a que he visto los encierros toda la vida sé el recorrido, la gente que corre. Son cosas intuitivas que aunque no las tengas presentes, te las puedes imaginar", asegura el ciego.

"Por ejemplo, pienso en la cara de alguien de hace 10 años y ahora no la veo, pero la tengo grabada en mi cabeza. De esa manera soy capaz de verla. Eso es fácil con la gente que conozco de hace muchos años, pero con la gente nueva tengo que trabajar con su voz porque no puedo ponerles cara", continúa.

Jesús Mari Azcona se ha acostumbrado a este modo de vida y ha sido capaz de seguir haciendo las cosas que le gustan, como cantar jota. "A mí siempre me dio respeto subirme a un escenario y cantar jota. Me gustaba cuando era en forma de evento benéfico. Pero también me llena mucho el subir por la cuesta hasta la banda y cantar a la virgen junto a ellos", finaliza con una sonrisa.