Florentino y sus dos hijos, 20 años juntos en la banda que ameniza el encierro de San Fermín: "Aquí son uno más"
La música suena antes que los toros. Cada mañana, cuando Pamplona todavía se despereza entre restos de fiesta y primeras luces, una veintena de músicos toma posiciones en el ruedo de la Plaza de Toros.
Son los integrantes de la Banda del Maestro Bravo, una formación que forma parte inseparable de los encierros de San Fermín desde hace décadas. Su cita comienza hacia las 6:30 en el patio de caballos, donde se reúnen para preparar el repertorio antes de salir a tocar.
“Acabamos de empezar los Sanfermines, esperemos que vayan bien. Este año hemos madrugado más todos por el tema de la huelga de villavesas”, explica Florentino Gallego, su director.
Él es la memoria viva de esta banda: en 2022 cumplió 50 años como músico en la formación, primero con el clarinete y desde hace más de dos décadas, como director. “Entré de chavalillo con el clarinete, siempre digo que la próxima no sé si llegaremos”, bromea.
Hacia las 7 de la mañana ya están tocando en el ruedo para animar a quienes han llegado temprano y esperan el inicio del encierro. Interpretan dianas y canciones tradicionales de las fiestas.
Después, salen por el callejón y se detienen en la curva de Telefónica, uno de los puntos clave del recorrido, donde siguen tocando para levantar el ánimo y "curar las resacas" de quienes aguardan en el vallado.
“Salimos a la plaza y tocamos unas dianas, luego salimos por el callejón y amenizamos en la curva de Telefónica”, resume Gallego, que reconoce que no siempre es fácil mantener el orden en una banda tan madrugadora. “Alguno sale de fiesta y alguna vez me ha pasado de que he tenido que llevar un pantalón blanco que se le ha manchado”, cuenta con humor.
En la formación participan músicos de distintas edades y trayectorias, pero hay una complicidad especial entre los que comparten apellido. David y Javier, los hijos de Florentino, también forman parte de la banda. David toca la trompeta y Javier, la percusión. “Mis hijos están más o menos desde 2003 en la banda".
Ellos han estudiado en el conservatorio, pero en casa también practicábamos de pequeños”, recuerda con orgullo. Aun así, el trato es el mismo para todos: “Aquí ellos son uno más, ya lo saben, pero se portan bien”.
La banda está compuesta por unos 20 músicos: dos trombones, dos bombardinos, una tuba, un bombo, una caja, un saxofón tenor, cuatro saxofones altos, cuatro clarinetes y cuatro trompetas. Todos forman un bloque compacto que, tras animar el amanecer, continúa su jornada musical. “Después volvemos a tocar de 12 a 14 horas por el Casco Viejo y eso es todos los días igual”, cuenta Florentino. Es una rutina exigente, pero también profundamente sanferminera.
Entre notas, partituras y silencios medidos, la Banda del Maestro Bravo acompaña cada encierro desde el alma. Porque en San Fermín, antes incluso de que suenen los cohetes, ya suena la música.