David Artigas, profesor navarro de fotografía: “Si no eres obsesivo en algo, no llegas a nada”
David Artigas Sánchez nació en 1967 en el corazón del II Ensanche de Pamplona, es fotógrafo de formación sólida, con título por la Universidad de Barcelona en la especialidad de Foto-Vídeo (Imatge). Aunque ha trabajado como fotoperiodista para la agencia EFE, Diario de Navarra y el Dominical de El País, su vida profesional se ha centrado en la docencia como profesor de fotografía del ciclo superior en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Pamplona (EASD-AGDE) durante 32 años: 17 como interino y 15 de titular tras haber ganado la plaza por oposición. Actualmente imparte el módulo “Proyectos de Fotografía” del segundo curso.
David Artigas como docente ha tenido que reinventar su trabajo por haberse visto envuelto en dos grandes cambios: primero, el mundo de la enseñanza ha sufrido una convulsión y en especial el trato profesor-alumno; y, segundo, la transición de la fotografía analógica a la digital. Sea por lo uno o por lo otro, el currículo educativo se ha ido adecuando a los tiempos sociales que toca vivir y a los tecnológicos que impone el mercado.
Artigas es un ameno conversador, habla hasta por los codos, se apoya, como buen profesor, en anécdotas, ejemplos e historias que cita hábilmente para hacer más comprensible sus explicaciones. Por si fuera poco, a veces adereza la conversación con ruidos onomatopéyicos para describir diálogos inexplicables con algunas personas. En todos los casos sus aseveraciones son firmes y convincentes.
Tuvo la fortuna de tener como maestro a Koldo Chamorro, con él dio los primeros pasos en el mundo de la fotografía. Artigas es de las últimas quintas que se incorporaron al servicio militar obligatorio, accediendo al grado de alférez de complemento a través de milicias universitarias.
El principio de su vida fotográfica gravitó en la órbita de Koldo Chamorro.
Koldo tenía en su casa un humilde espacio, donde apenas entraban dos personas, como laboratorio. Allí me enseñó a revelar las fotos. Hice el reportaje de la mili para que me permitiese trabajar con él. En aquel tiempo Koldo pensaba en montar una agencia con Clemente Bernard, Carolina Martínez y algún otro. Aquello se frustró.
En el reportaje de la mili hay fotos muy curiosas.
En una mañana de prácticas de tiro calculé que nos gastábamos unos tres millones de pesetas disparando (Fotos 02 y 03). En la foto del soldado que está duchándose (Foto 04), intenté que no se le viese la cara. Con todo me dijeron “mi alférez le gusta sacar a los tíos con la polla al aíre”. En la que aparece un perro (Foto 05), era el del sargento.
¿Con qué cámara hizo la serie de fotos de la mili?
Con una Leica M4 P, que compré al famoso Roland Laboye; la llevaba en el bolsillo del pantalón.
Recordamos que Koldo Chamorro decía que de donde no hay, no se puede sacar. Eso alimentaba su idea de tener unos negativos muy densos.
Cierto, si las tablas de Kodak para Tri-X daban 7 minutos y medio, igual le dábamos 10. Cuando le preguntaba a Koldo si los veía un poco densos, contestaba “¡Qué va!, ¡qué va!”. Lo cierto es que algunos clichés eran aptos para ver un eclipse.
¿Por qué Koldo Chamorro llevaba a ultranza el no recortar los negativos?
Koldo gastaba muchos rollos para conseguirlo, pero nadie lo valoraba. Lo puso de moda Cartier-Bresson en una época en la que quería hacer gala ante los editores de los periódicos, para evitar que cortasen sus fotos. Por el contrario, Eugene Smith de un negativo tomaba un trocito para ampliarlo. No podemos decir que Eugene Smith sea menos fotógrafo que Cartier-Bresson o viceversa.
En su primera época la referencia del aficionado era la Agrupación Fotográfica y Cinematográfica de Navarra (AFCN), ¿tuvo algún contacto con ella?
Sí, entré en la AFCN para utilizar el laboratorio, pero me desengañé porque había desorden. Recuerdo que la gente contaba historias hiperbólicas y apócrifas.
En fotografía ha practicado diversos registros.
Hay que tener la mentalidad abierta. En fotografía hay muchos nichos. No me gusta que los fotógrafos critiquen a los de al lado. El de prensa se mete con el que hace bodas, el de bodas reprocha al de producto… Siendo un pipiolo de 18 años, un día llegué a casa de Chamorro cuando estaba con unos cacahuetes y pistachos para hacer fotos. Me dijo que los de Azkoyen le habían pedido unas “foticos” de frutos secos para las máquinas de vending. Ante mi extrañeza me contestó: “David hay que comer”.
En el año 2000 presentó en la Escuela de Arte la exposición Cien retratos de mujeres, recuérdenos aquella iniciativa.
Fue mi primera exposición individual con 102 retratos en blanco y negro de alumnas y compañeras de la EASD-AGDE que se sumaron voluntariamente a la iniciativa. Les sugerí que se vistiesen de negro. El trabajo fue muy laborioso en el que invertí seis meses.
¿Cuál fue el objetivo de la exposición?
Un estudio visual de la mujer en el inicio del siglo XXI, para dejar constancia del paso del tiempo. Un homenaje a “las mujeres reales” lejos de los preceptos que marcan la belleza y la estética en los medios.
El trabajo para la exposición fue analógico en su totalidad, ¿qué cámara utilizó?
Utilicé una Hasselblad y una Pentax 6x7 de un alumno, unifiqué los formatos para dejarlas todas cuadradas. En total fueron 125 rollos de 12 instantáneas.
¿Cuántos alumnos hay en Fotografía en la Escuela de Arte de Pamplona?
Quince por curso, en total 30.
¿De éstos, cuántos acaban profesionalmente en fotografía?
Lo que les decimos, de los 15 hay 2 o 3 que van a trabajar de esto.
¿Qué asignaturas imparte?
Ahora hablamos de módulos. He dado clases en primer curso y en segundo. He impartido “Teoría de la fotografía” en la que los alumnos tenían que empollarse un material que les daba, pero algunos mostraban su desacuerdo. En la actualidad imparto “Proyectos de fotografía” de segundo; es un módulo largo de 10 horas semanales. Según el currículo hay que dar un poco de todo, desde fotografía como creación hasta arquitectura, bodas, retratos, iluminación…
¿En la Escuela de Arte se sigue enseñando fotografía analógica?
A diferencia de una academia que pueda enseñar herramientas concretas como Ligthroom o Photoshop, el alumno de la EASD-AGDE tiene que tener una idea integral de la fotografía desde el principio al final. Y no tanto por la imagen, sino por el proceso. Que sepan qué hay que medir y lo de menos es la imagen. No puede ser todo digital, por eso Intentamos que revelen blanco y negro, C-41 en color, copias en papel plástico y en papel baritado, algo de 6x6 con una Hasselblad y con el negativo de C-41…
¿Qué tipo de alumnos debieran matricularse en Fotografía?
Aquellos que tengan la inquietud por dedicarse profesionalmente a la fotografía. En realidad, muchos se matriculan con la esperanza de obtener, con cierta facilidad, un título de grado superior. Eluden meterse en Donapea para hacer mecánica de coches, en instalaciones de electrotécnica o en algo que haya FP.
Pero, acaso ¿no muestran vocación?
No podríamos definirnos como enseñanza vocacional. Se ha perdido la vocación, es algo común en toda la educación. Cuando empecé en la EASD-AGDE, el 80% de los alumnos mostraban interés, hacia los trabajos que encargábamos y el 20% era reticente. Ahora se han invertido las tornas, el 20% tiene ganas de hacer cosas y el 80% cuestiona todo. Escuchamos continuamente, ¿por qué tenemos que leer esto?, ¿por qué hay que aprender esto?
¿Recuerda algún caso de ese pequeño porcentaje vocacional?
Tuvimos un alumno de Vitoria que era mecánico de automóviles que no se veía quitando el aceite debajo de un coche a los 65 años. En aquel tiempo en Vitoria no había ciclo, y decidió venir a Pamplona. Tenía ganas, se empapaba de todo. Dejó de trabajar de mecánico, le vi trabajando para El Mundo.
¿Hay que estar encima de los alumnos?
No me gusta que un profesor machaque al alumno diciéndole que nunca llegarás a nada. Yo nunca he dicho eso, porque si quieres, de una forma u otra, sales. Entiéndase que trabajar en fotografía no es para hacerse millonario.
¿Falta la cultura del esfuerzo en los estudiantes?
El 80% de los alumnos no sabe qué hacer con su vida. Si no eres obsesivo en algo no llegas a nada. Cartier-Bresson al ver una foto de un taxi en una portada de Life, decidió “quiero dedicarme a esto, quiero hacer esta foto”. Bueno, él nunca hizo la foto del taxi que ya estaba hecha, pero la tenía como una referencia.
En sus 32 años como profesor de fotografía, ¿se siente orgulloso de los alumnos que han pasado por su aula?
Por la Escuela de Arte de Pamplona ha pasado gente muy buena que querían aprender, como Florian Bachmeier galardonado con el World Press Photo 2025. Florian era un currela. En el tiempo que no había apenas digital, se metía toda la mañana en el laboratorio hasta tener las copias, o se iba a un sanatorio de tuberculosos en Rumanía.
¿Los estudiantes maduritos tienen otra actitud?
Hay una gran diferencia de los estudiantes que han estudiado o que han trabajado un tiempo y tienen la inquietud de trabajar profesionalmente en fotografía. De hecho, hay un cisma entre los de 28, y los de 18. Villar López dejó un trabajo fijo, actualmente es fotorreportera de la agencia EFE.
Otros alumnos que pueda citar de memoria
Eduardo Buxens y Montxo Alfonso González trabajan para Diario de Navarra. Otros fotorreporteros como Miguel Osés o Iñigo Úriz. Los de prensa tienen más visibilidad, pero hay muchos que han pasado por la EASD-AGDE que trabajan en video.
¿En qué ha cambiado la relación profesor-alumno a lo largo de sus años como docente?
Cuando empecé en la EASD-AGDE, tras la jornada por la tarde me iba con los alumnos a tomar una cerveza. Tenía una diferencia de 2 o 3 años. Ahora intentamos no interactuar con el alumnado, además soy un abuelo para ellos.
¿Qué consejo daría a un chico o una chica que quiere dedicarse a la fotografía?
Lo que siempre nos han dicho. Ir a por todas: conciertos; el Día de Todos los Santos al cementerio; callejear; fotos de deportes, futbol… Nos contó Villar López cuando entró en EFE, como había hecho poco futbol, se recorrió todos los campos de Navarra hasta cogerle el tranquillo.
¿Cree que le aporta a un fotógrafo pasar por un medio de comunicación?
¡Hombre claro! Un compañero decía que ya no hay trabajo en los periódicos. Hace años El País vendía un millón de ejemplares, ahora 50.000. Sin embargo, el fotoperiodismo y concretamente trabajar en la calle, te enseña mucho. Las soluciones que adoptas puedes aplicarlas para cualquier disciplina o incluso para estudio. Sirve también para buscar localizaciones.
¿Desde el punto de vista de docente cómo ve el impacto de la Inteligencia Artificial (IA)?
Antes pedía un trabajo para hacer una redacción sobre el proceso de revelado. Ahora ChatGPT genera todo el texto. Dicen que todas las fotografías que colgamos en Instagram o en Facebook alimentan a los algoritmos, todas sirven para Meta. Aunque hemos pedido varias veces impartir algo de IA, todavía no nos han concedido. El currículo lo decide Madrid y Navarra confirma.
¿En lo referente a la generación de imágenes?
Hemos pasado de la palabra a la imagen. Así, por ejemplo, la aplicación de Adobe Firefly que les pido a los alumnos algún trabajo. Partiendo de una foto de Robert Adams de un paisaje norteamericano de los años sesenta, se realiza una descripción que alimentas al programa, seguidamente la genera razonablemente bien. En cualquier caso, estamos asistiendo a la infancia de esta herramienta.