La foto de San Fermín del cinco de mayo: Koldo Chamorro
No sabríamos determinar si Koldo Chamorro fue un fotógrafo dotado intelectualmente o un intelectual que practicó la fotografía como medio de expresión de sus inquietudes. En cualquiera de los casos, sus fotografías, que alguno califica de inquietantes, siempre dejan un poso para reflexionar. De todos los registros que cultivó, los más originales y personales fueron los ensayos, entre ellos Los Sanfermines.
Para el quinto escalón de la Escalera de San Fermín hemos seleccionado una foto del reportaje monográfico Los Sanfermines de Koldo Chamorro al cual parafraseamos “No hay quinto malo”. Ciertamente, así tituló la introducción del libro de PHotoBolsillo (editado por La Fábrica) utilizando el dicho taurino, pero refiriéndose a “Los cinco jinetes del Apocalipsis”, un grupo de fotógrafos del que Chamorro entró a formar parte por obra y gracia de Alejandro Castellote.
En los años setenta y ochenta, los fotógrafos de Pamplona, profesionales y aficionados, esperaban el seis de julio para desarrollar su actividad a placer. Y es que en Sanfermines todo era susceptible de sacar un sinfín de instantáneas: desde los eventos festivos más tradicionales, hasta el ambiente callejero originado por los autóctonos o por el variopinto público que invadía la ciudad.
En el caso de Koldo Chamorro San Fermín cobraba un significado adicional, además de ser un gran embajador que prodigaba las excelencias de las fiestas y que materializaba con sus fotografías, se convertía en anfitrión de fotógrafos de todas latitudes a los que daba apoyo y alojaba en su propia casa. Tal como recuerda su mujer, Rosa María: “Por esta casa pasaba muchísima gente. En Sanfermines John Kimminch , Jim Hollander y Roland Laboye tenían aquí su campamento base”.
La Foto de San Fermín de hoy refleja un ambiente de calle sano y divertido, nos sirve además para entender el acto fotográfico de Koldo en palabras de Clemente Bernard: “Cuando trabajaba, desplegaba una metodología próxima a la conocida como fotografía callejera, basada en su innegable espíritu de cazador de imágenes… incluía un estricto reconocimiento del terreno, un estudio psicológico de quienes allá se encontraban y el establecimiento de las relaciones personales… Dosificaba dichas relaciones y las distancias que mantenía con las personas que fotografiaba a través de la metodología particular que denominó proxémica fotográfica”.
De la serie Totum Revolutum “Un Viaje por la Fotografía y la Vida de Koldo Chamorro”, accesible en YouTube, en el sexto audiovisual ¿Puedes elegir alguna fotografía suya? David Artigas, desde su punto de vista de profesor de fotografía, nos reinterpreta el escalón de hoy: “La foto difiere de lo que se veía en la prensa local como foto de Sanfermines. Está todo y no está nada”. Ese contraste entre el todo y la nada es algo característico de la creatividad de su autor, una magia que impregnaba en sus fotos y que estuvo presente toda su vida. Algo que rememora su hija, Oihane-Ikunde, de pequeña su aita le contaba historias fantásticas que acababan con un “Magia Potagia”.
La instantánea es algo más que una fotografía de ambiente porque cuenta una comedieta. De hecho, David Artigas la clasifica como una “foto teatral, en la que hay una pared que es el fondo de esa especie de escenario, una acera estrecha del Casco Antiguo”. Todo quiere hacer pensar que se trata de un encontronazo casual de los personajes, o no.
Artigas presenta a los comediantes; el primer figurante es “un tipo que lleva una canoa de plástico, un poco flácida [flotador], insertada a modo de zaldiko como de chiste. Unas gafas de buceo. Un buzo de pamplonica, el pantalón blanco con una pernera medio remangada”. Lleva en una mano un vaso de plástico -posiblemente kalimotxo- y en la otra una pequeña escoba.
El segundo personaje es un impecable mozo vestido de pamplonica, perteneciente a una peña, ni una mancha, pulcro hasta en las típicas alpargatas sanfermineras: hace las funciones de matador. Artigas plantea las siguientes disquisiciones, el tipo de la canoa “que no es un toro, pero lo parece, ni siquiera es un zaldiko, pero lo podría ser, se está enfrentando con el matador, pero el matador no es tal”.
El profesor prosigue con su narración: “Desde luego, si no es matador ha visto muchos toreros. Tiene la rodilla izquierda un poquito flexionada para entrar a matar. Tiene ese fantástico gesto con un estoque que tampoco es, creo que es algo de feria, de plástico o algo así. Está con una servilleta haciendo de muleta en el acto de matar. Pero claro, el mozo que lleva la piragua tiene la mirada ida que tendría el toro en el momento de matar, simplemente no reacciona”.
El tercer comediante, vestido de pamplonica impoluto, con la cartera peligrosa y visiblemente en el bolsillo trasero, es “el resto de la cuadrilla que acompaña al torero está un poco detrás a su derecha, puede ser el subalterno”. Los otros dos figurantes, que se encuentran al fondo, apoyados en la pared, asisten a la escena con notable diversión. Siguiendo el relato de David Artigas, hacen la función de “público. Él con un vaso clásico de plástico que la gente lleva por la calle en Sanfermines. Y la chica, porque la chica tiene que estar; es el elemento femenino. La pareja está mirando la faena”.
“Después de ver que la gente se extasiaba con una foto por haber pillado una cogida. Lo que me fascinó de Koldo, es que se encuentra en cualquier calle un tipo que parece torero, pero no lo es, otro que no es toro que podría serlo. El subalterno que tampoco es”. Artigas extrae una reflexión sobre la fiesta: “No es nada, pero es Sanfermines: la chirigota y la parte seria. No somos esto, pero podemos ser lo otro. Es decir, esa especie de festival carnavalesco que es Sanfermines donde la gente durante unos pocos días al año es otra cosa o pretende ser otra cosa; para volverse a poner otra vez esa máscara rígida el día 14 de julio por la noche”.
David Artigas concluye: “Esas son las fotos de Koldo, y ésta en concreto, la he tenido muchas ocasiones delante, ¿cómo es posible que, en un acto tan breve, en esa fracción de segundo, estos personajes se juntasen, se separasen y él los viese? Mucha gente es capaz de ver grandes fotografías en Sanfermines, ves a un tipo haciendo algo y pasan cinco fotógrafos corriendo a por él. Pero muy poca gente como Koldo puede captar las pequeñas comedias de la vida cotidiana”.
Con esta instantánea cumplimos el viejo deseo que teníamos en la Escalera Fotográfica de incorporar a Koldo Chamorro, un fotógrafo excepcional y prolífico que, como persona siempre demostró tener gran generosidad y calidad humana.
Nuestro agradecimiento a su hija Oihane-Ikunde por las facilidades que nos ha dado y la cesión del material publicado. Extendemos nuestra gratitud a Clemente Bernard que, con sus consejos y escritos, nos ha puesto sobre la pista para entender el intrincado ecosistema de este singular personaje.