Los churros de La Mañueta llegan a Belén: la escena que emociona en la exposición de Baluarte
El histórico obrador del Casco Viejo aparece recreado en la exposición navideña de Baluarte, con una escena que rinde homenaje a la familia y a la tradición churrera pamplonesa.
La exposición de los Belenes en Baluarte, abierta en Pamplona desde el 3 de diciembre, ha vuelto a reunir cientos de escenas navideñas. Pero este año, entre pastorcillos, posadas y misterios, hay un rincón que despierta sonrisas y recuerdos de un desayuno muy popular en Pamplona. Es un homenaje a la churrería La Mañueta, una estampa en miniatura que convierte la tradición pamplonesa en parte del Nacimiento.
Frente a una ventana de madera clara, el público descubre una mesa repleta de roscas doradas, masas recién cortadas y bolsas de papel con el nombre de la histórica churrería. Una mujer atiende el mostrador como si estuviera vendiendo los primeros churros del día, mientras otra figura manipula la masa aún caliente.
Dentro del obrador, al fondo, se ven calderas, utensilios manchados de aceite, leña apilada y un artesano formando la espiral que pronto caerá en el aceite hirviendo.
La escena reproduce hasta el último detalle, como si en cualquier momento pudieran oírse los chisporroteos de la fritura.
En la pared, presidiendo la diminuta cocina, aparece una imagen en miniatura de San Fermín. No es un adorno casual: esta churrería está muy vinculada a las fiestas de Pamplona. Tanto que sólo abre unos días al año y la mayoría de ellos durante los Sanfermines.
Así las cosas, los churros de La Mañueta se pueden degustar los dos sábados de junio previos a San Fermín, todos los días de las fiestas y los domingos de octubre.
Una tradición que cumple siglo y medio
La Mañueta celebró en 2022 su 150 aniversario. Fundada en la calle Curia por Juan Fernández Calero, pronto se trasladó a la actual calle que le da nombre, donde lleva cinco generaciones en manos de la familia Elizalde. Hubo un tiempo en que incluso el cercano Mercado de Santo Domingo actuaba como punto de venta, y los churros llegaban en bicicleta por los adoquines a las casas de la vieja Pamplona.
Hoy, la churrería abre solo algunos días muy concretos. En esos días, los oficios modernos de la familia quedan aparcados. Poco importa si uno es ginecólogo, abogado o bombero. Todos regresan al obrador para repetir un ritual que empieza encendiendo la caldera con leña de haya, calentando el agua en enormes ollas y friendo la masa con aceite de oliva virgen extra. El resultado son las famosas roscas huecas, crujientes, que después se cortan a mano.
El alma del negocio también está en la calle: las mujeres de la familia siguen siendo las anfitrionas que atienden al público, una imagen repetida desde hace generaciones, rodeada de niños, abuelas con ilusión y turistas que descubren que lo más sencillo puede ser lo más celebrado.
Una visita a los belenes de Pamplona
La escena belenista no solo recrea una churrería. Evoca una costumbre que el público reconoce al instante. Ese momento de cola tempranera, entre el fresco de la primera hora de la mañana y el humo de leña, el almuerzo preparado a escondidas y las risas que acompañan el trabajo de la familia Elizalde.
Quienes quieran contemplar este Belén y el resto de la exposición podrán hacerlo en Baluarte hasta el 6 de enero, con más de 1.000 metros cuadrados dedicados al belenismo. El horario es de 10:30 a 13:30 y de 17:00 a 21:00, con entradas que sólo se pueden adquirir en taquilla (3 euros para adultos; 1 euro entre 7 y 14 años; menores de 7 gratis).
Entre Misterios, pastores y portales, espera también un sabor muy pamplonés. Quizá no se pueda oler, pero basta un vistazo para que el público imagine la próxima vez que vuelva a La Mañueta. Ya falta un poco menos para que Pamplona vuelva a empezar el día con unos churros calientes para desayunar.