SALUD

La investigadora que asegura que una enfermedad de la piel está relacionada con el intestino

Mujer usa crema protectora. - QUIRÓNSALUD - Archivo
Alerta del impacto de la disbiosis intestinal en enfermedades como el acné, la rosácea o la psoriasis. 

La microbiota intestinal y su equilibrio juegan un papel cada vez más reconocido en la salud de la piel. Así lo ha señalado la dermatóloga Cristina Eguren, vicecoordinadora del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET) de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), quien ha recordado que existe una relación directa entre el intestino y la piel, un vínculo conocido como eje intestino-piel.

Este concepto, acuñado ya en la década de 1930 por dos dermatólogos estadounidenses, describe una interacción bidireccional entre los sistemas inmunológico, nervioso y endocrino, en combinación con las microbiotas intestinal y cutánea.

Según Eguren, este eje está transformando la forma en que se entienden diversas enfermedades dermatológicas.

El desequilibrio de la microbiota intestinal, conocido como disbiosis, puede provocar una disminución de metabolitos beneficiosos como los ácidos grasos de cadena corta, y aumentar la permeabilidad intestinal, permitiendo el paso de toxinas o bacterias al torrente sanguíneo. Esta situación activa el sistema inmunológico y genera una inflamación de bajo grado que termina afectando a la piel.

Entre las consecuencias visibles en la piel destacan la alteración de su microbiota, la disfunción de la barrera cutánea, la sequedad, la inflamación, y la exacerbación de patologías como el acné, la rosácea, la dermatitis atópica o la psoriasis.

Eguren ha insistido en que las bacterias y microbios del cuerpo no son necesariamente perjudiciales. De hecho, ha afirmado que “la mayoría no solo no son dañinos, sino que son esenciales para la digestión, la regulación inmunológica y la protección frente a patógenos”. En la piel, ha añadido, estas bacterias forman parte de su ecosistema natural y barrera de defensa.

Respecto a los tratamientos, ha indicado que existe una estrategia emergente basada en el uso de probióticos, prebióticos, cambios en la dieta y en el estilo de vida para modular la microbiota intestinal.

En el caso del acné, por ejemplo, un ensayo clínico reciente ha demostrado mejoras significativas al emplear un probiótico oral con Lacticaseibacillus rhamnosus y Arthrospira platensis, reduciendo tanto lesiones inflamatorias como no inflamatorias. También hay estudios preliminares en rosácea que muestran beneficios al intervenir en este eje intestino-piel.

Sobre la alimentación, Eguren ha recomendado una dieta rica en fibra, antioxidantes y polifenoles, y ha desaconsejado el consumo de ultraprocesados, azúcares y grasas saturadas. Ha añadido que el ayuno intermitente podría tener efectos positivos, junto con la actividad física regular, un sueño reparador, el control del estrés y evitar tanto el tabaco como el alcohol y el uso innecesario de antibióticos.

En el ámbito de la cosmética, la experta ha destacado el auge de productos que respetan y modulan la microbiota cutánea, especialmente beneficiosos para pieles sensibles o con tendencia a acné, dermatitis o rosácea.

Entre los ingredientes más destacados figuran prebióticos como la inulina o los alfa-glucanos, que nutren las bacterias beneficiosas; postbióticos como ácidos grasos o lisados bacterianos, con efectos antiinflamatorios y reparadores; y probióticos tópicos, cuya regulación aún presenta controversias, pero que ya se incluyen en algunos cosméticos como cepas inactivadas o fragmentadas con efectos clínicos positivos.

Con todo ello, la dermatóloga ha subrayado la necesidad de seguir investigando en este campo, que une salud intestinal, estilo de vida y cuidado dermatológico.