Augusto, el panadero que conquista Pamplona con su pastelería artesanal: "Tengo un montón de pedidos"
Augusto Valderrama Lozada llegó a Pamplona hace seis años con una idea clara: abrirse camino en el mundo de la repostería. Colombiano, de 44 años, llevaba tiempo perfeccionando sus recetas y creando delicias culinarias que repartía por internet a través de Facebook y WhatsApp. El proyecto fue creciendo poco a poco, hasta que un día se presentó la oportunidad que llevaba tiempo esperando: un local propio donde poder dar rienda suelta a su talento.
La tienda está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local en la capital navarra, como es el caso de la panadería Soto en la calle Manuel de Falla o el bar El Mochuelo que triunfa con el pulpo gallego.
Aunque al principio todo eran dudas, Augusto no se lo pensó mucho. El lugar tenía historia y carisma, pues durante 40 años había sido una conocida panadería navarra gestionada por Rosa María Belascoáin.
El nombre de la tienda rendía homenaje al apellido de su marido, José Javier, y estaba situada en una calle algo escondida del barrio. "Decidí quedármela porque ya tenía clientela fija y el sitio era perfecto para darle un giro a mi negocio", recuerda Augusto con una sonrisa de satisfacción.
La panadería había echado raíces en el barrio y no era fácil asumir el relevo, pero Augusto supo aprovechar su experiencia de más de 20 años en la repostería para introducir un aire fresco sin perder la esencia tradicional. El secreto del éxito, según él, reside en no perder de vista la calidad. "Solo utilizamos ingredientes de la más alta calidad, desde frutas frescas hasta harinas premium. Todo cuenta a la hora de crear delicias que conquisten el paladar", asegura.
Así nació Tartas Colombianas Pamplona, un pequeño rincón de sabor latino en la calle Río Araxes 5, en el barrio de la Milagrosa. Aunque el nombre resulta llamativo y diferente, el negocio mantiene el espíritu acogedor de siempre, combinando la tradición navarra con el toque dulce y auténtico de Colombia.
"Nos va muy bien. Tenemos muchos pedidos de tartas personalizadas y hacemos bollería colombiana, como el pan de bono, los hawaianos y otras recetas típicas. El fuerte son las tartas, sobre todo el fin de semana", cuenta Augusto.
El ritmo de trabajo es intenso, pero Augusto está acostumbrado. A las cinco y media de la mañana ya está en el local preparando el horno y horneando los primeros panes. A las seis, la puerta se abre para recibir a los madrugadores que buscan su café recién hecho y alguna de las especialidades colombianas. Además de tartas, bollería y pan, el local también ofrece prensa, bebidas y otros productos básicos. "Vendemos prensa y cerramos a las seis de la tarde", explica, dejando claro que el trabajo es constante pero gratificante.
Augusto no está solo en esta aventura. Vive en Pamplona con su hermano Wilson y su abuela Ana Silvia Reyes, que llegaron recientemente desde Colombia para acompañarlo en este proyecto. "Vine a Pamplona para mejorar económicamente. En Colombia se está bien, pero la economía es mejor aquí en Europa", reflexiona. Aunque extraña su país, dice sentirse arropado por la calidez de la gente local. "Me gusta que haya muchas zonas verdes, muchas áreas para visitar. La gente es muy amable y recibe nuestra cultura con agrado", comenta agradecido.
Aunque el negocio consume casi todo su tiempo, Augusto se reserva un espacio para su vida espiritual. Es miembro de la Iglesia Pentecostal desde hace años y lo vive con dedicación. "No participo en las fiestas por falta de tiempo, pero me gusta la cultura navarra, sobre todo cuando se disfrazan de caseros en Navidad y en San Fermín", cuenta con simpatía.
El boca a boca ha hecho el resto. La clientela es variada, desde latinos que buscan sabores familiares hasta españoles que han sucumbido al encanto de las tartas colombianas. "Viene mucha gente latina, pero también muchos españoles que disfrutan del producto y lo siguen llevando", asegura satisfecho. La competencia en el barrio no es un problema para él: "La competencia siempre es buena porque nos ayuda a mejorar. Nosotros trabajamos con la mejor calidad del mercado".
Para Augusto, el camino no ha sido fácil, pero su pasión y esfuerzo han dado frutos. Día a día sigue elaborando sus tartas y bollería con dedicación, manteniendo el equilibrio entre tradición y sabor colombiano, mientras conquista el paladar de los pamploneses.