Comercio Local

El bar de Pamplona que cambió su nombre al tocarle la lotería: ya ha entregado cuatro premios importantes

Café bar Talismán, situado en la calle José María Beobide 1 de Pamplona. Navarra.com

Dicen que la suerte no se busca, sino que se encuentra. Y hay lugares donde parece instalarse de forma permanente. Uno de esos puntos mágicos está en un pequeño bar de un barrio popular de Pamplona donde el bullicio cotidiano convive con el inconfundible aroma a café y las conversaciones de siempre. Un sitio de esos en los que las historias se cuentan a media voz, entre pinchos y cazuelicas, mientras los vecinos desayunan o hacen una pausa a mitad de mañana.

Es un bar que está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local en la ciudad, como es el caso de la histórica panadería Tere que dirige Javier Galbete, o la perfumería Peñas de las hermanas Nieves y Mari Jose Mendoza.

El local ha cambiado mucho en más de 50 años, pero conserva su esencia. Una barra que rebosa de pinchos y tortillas jugosas, varias mesas con sillas donde sentarse a leer la prensa con calma y una clientela fiel que hace del lugar su segunda casa.

Lo que pocos saben es que detrás de esa apariencia de bar de barrio hay un secreto que ha hecho cambiar hasta su propio nombre: la fortuna. Porque sí, este establecimiento ha repartido premios millonarios que se han quedado en la memoria colectiva, convirtiéndose en un referente para los jugadores más optimistas.

La historia comienza hace décadas, cuando un gallego llamado Gonzalo Filgueira Filgueira decidió abrir el negocio. Llegó a Pamplona desde su Galicia natal y puso en marcha lo que pronto se convertiría en un clásico del barrio. Gonzalo falleció en 2016, a los 86 años, pero su legado continuó en manos de su hijo, Alberto Filgueira Mindeguía, que asumió el mando hasta su jubilación.

Y entonces llegó Patricia Orihuela Conde, una mujer boliviana que lleva trabajando allí desde 2007 y que en los últimos cuatro años se ha convertido en la dueña, continuando con la misma atención cercana que tanto agradecen los clientes.

El cambio de nombre del bar llegó en 1993, tres años después de que un pleno de la Primitiva repartiera la friolera de 300 millones de pesetas entre los miembros del equipo de cocina del Hotel Blanca de Navarra. En ese momento, el antiguo bar Artigas decidió que su nombre debía reflejar el carácter afortunado del lugar y pasó a llamarse Café Bar Talismán. Y la suerte no dejó de aparecer.

El 23 de febrero de 1995, otro golpe de fortuna cayó sobre el establecimiento. Un boleto de la Primitiva, sellado en el mismo local, otorgó 285 millones de pesetas a un cliente particular que se convirtió en millonario de la noche a la mañana. No fue el último premio que repartió el Talismán.

En 2017, un décimo del número 22.253 trajo consigo un quinto premio de la Lotería de Navidad, dejando 6.000 euros en manos del agraciado. Más recientemente, el 3 de mayo de 2024, el número 35.986 de la Lotería Nacional dejó un premio de 60.000 euros a otro afortunado, consolidando así la fama del lugar como templo de la suerte.

Pero el bar no solo es conocido por sus premios. El local también es un punto de encuentro habitual para los vecinos del barrio, que aprecian el trato cercano y la amabilidad con la que Patricia atiende cada día. La tradición de mantener el ambiente familiar no se ha perdido, y el Café Talismán sigue siendo uno de esos sitios donde todo el mundo se siente como en casa.

El bar está ubicado en la calle José María Beobide 1, una vía que lleva el nombre de José María Beobide Goiburu, compositor nacido en Zumaya en 1882, desde 1967 por decisión del pleno del Ayuntamiento de la capital navarra.

Beobide tuvo una estrecha vinculación con Pamplona, ciudad a la que llegó en su juventud y en la que se convirtió en profesor de música en la Escuela Normal de Pamplona en 1930. Además, trabajó como organista en la iglesia del Ave María, colaboró con el Orfeón Pamplonés y llegó a ser subdirector del Conservatorio Pablo Sarasate.

El Café Talismán sigue siendo el mismo bar de siempre, pero con una historia especial a sus espaldas, donde la suerte parece tener una cita habitual con quienes se atreven a probar fortuna en su terminal de loterías y apuestas del Estado.