La irresponsabilidad de un hombre en el encierro de Pamplona: quería grabarlo enfrentado a los toros
El encierro de los toros de Cebada Gago en San Fermín 2025 ha sido peligroso por muchos motivos. Principalmente, porque el astado número 23 ha completado buena parte del recorrido en solitario y dándose la vuelta en varias ocasiones, generando momentos de gran tensión. Pero también por las imprudencias de algunos corredores, que han puesto en riesgo no solo su propia integridad, sino la del resto de personas que participaban en la carrera.
Una de estas situaciones se ha vivido instantes antes de que comenzara el encierro, en el tramo de Telefónica, justo en la bajada del callejón. En ese punto crítico del recorrido, mientras los mozos intentaban acceder a la plaza de toros con tiempo suficiente antes de que llegara la manada, se ha visto a un hombre parado entre la multitud, enfrentado en la dirección contraria y con el móvil en alto, dispuesto a grabar lo que estaba a punto de ocurrir.
Su intención era clara: capturar imágenes del encierro desde el interior del recorrido, sin valorar las consecuencias que este gesto podría tener, tanto para él como para el resto de corredores. Se trataba de una actitud temeraria, que ha causado preocupación entre los presentes.
Cabe recordar que la normativa del encierro de San Fermín es muy clara: está prohibido portar o utilizar aparatos de grabación de imagen o sonido —como cámaras, móviles o drones— sin autorización expresa de la organización. Esta prohibición busca garantizar la seguridad de los participantes y evitar distracciones fatales en una carrera en la que cada segundo y cada decisión cuentan.
Pese a la claridad de esta norma, el hombre se ha mantenido impasible, con el brazo en alto, grabando con el móvil como si se encontrara en un lugar seguro y no en medio de un encierro. Algunos corredores y un fotógrafo cercano le han instado a desistir, alertándole del peligro y de la infracción que estaba cometiendo. Sin embargo, ha hecho caso omiso a las advertencias.
Finalmente, ha sido un agente de la Policía Foral, que se encontraba subido al vallado, quien ha tomado la decisión de intervenir. El policía le ha ordenado guardar el teléfono y le ha obligado a corregir su posición, cambiando el rumbo para que continuara en la dirección correcta del encierro.
Tras ese momento de tensión, el hombre ha reaccionado. Ha dado la vuelta y ha dirigido sus pasos hacia la plaza de toros, poniéndose por fin en la dirección adecuada, justo antes de que los toros llegaran a ese punto del recorrido. Esta vez, ha logrado entrar a la plaza antes de que irrumpieran los Cebada Gago, evitando así un posible percance de consecuencias graves.
La imprudencia ha quedado en un susto, pero podría haber sido mucho peor. Si el hombre se hubiera cruzado con la manada en sentido contrario, en un tramo tan delicado como el del callejón, el incidente podría haber tenido un desenlace trágico. Este episodio pone de manifiesto, una vez más, la importancia de respetar las normas del encierro. No son caprichosas ni accesorias, sino medidas diseñadas para que la carrera se desarrolle con la mayor seguridad posible.
En los encierros de San Fermín, cualquier imprudencia —por pequeña que parezca— puede desencadenar una tragedia. Por eso, además de correr con responsabilidad, es esencial conocer y cumplir las reglas que rigen esta tradición tan querida en Pamplona.