El día que el papa Francisco llamó "emocionado" a la capilla de San Fermín: "Me quedé sin palabras"
Sucedió en plena pandemia, en mitad del confinamiento, entre mascarillas, distancia social y toques de queda. Sonó el teléfono móvil del párroco de San Lorenzo, donde se encuentra la capilla de San Fermín, una de aquellas tardes, mientras se encontraba en la casa parroquial. Era el papa Francisco, y su interlocutor, Javier Leoz, no podía ni creérselo.
Aquella llamada insólita tuvo lugar el 7 de noviembre de 2020, en los días más grises del confinamiento por la pandemia del coronavirus. Desde muchos sectores —culturales, políticos, sociales o incluso religiosos— se extendía una idea desalentadora: “Este año no habrá Navidad”. En ese clima de incertidumbre, el párroco de San Lorenzo de Pamplona, decidió sentarse frente al ordenador y escribir un texto cargado de esperanza.
“¿Que no habrá Navidad? ¡Ya lo creo!”, tituló su reflexión, en la que defendía una celebración navideña más auténtica, vivida desde el silencio, la familia, la sobriedad y el Misterio, más parecida a la de Belén que a la de los escaparates.
El texto se hizo viral en cuestión de horas y, de forma inesperada, terminó en manos del papa Francisco. Dos días después de publicarlo, Leoz recibió varias llamadas desde un número que no reconocía y no contestó. Fue una llamada desde COPE Madrid la que le puso sobre aviso: el Pontífice había intentado localizarlo.
“Me dijeron que estuviera atento, que el Papa quería hablar conmigo”, recuerda. A las 16:30 h, su móvil sonó de nuevo. Esta vez sí respondió. Y al otro lado de la línea, con tono cercano y amable, Francisco le dijo que había rezado esa misma mañana con su texto en su capilla privada.
“Me preguntó dónde estaba, cómo se llamaba mi parroquia, por San Fermín... y me animó a seguir transmitiendo esperanza en aquellas horas amargas. Me quedé sin palabras. Me parecía tan irreal todo…”, ha escrito este domingo Javier Leoz, al conocerse la muerte del Papa.
El sacerdote ha recordado ese momento como uno de los más impactantes de su vida. “Casi se me sale el corazón”, ha confesado al rememorar la conversación. Francisco, sencillo como era habitual en él, le explicó que tenía la costumbre de llamar a párrocos que le habían tocado el corazón de alguna manera. Le pidió que trasmitiera su bendición al arzobispo, a su parroquia y a todos los fieles de Navarra.
A Leoz todavía le emociona aquel gesto inesperado: “Hoy, en el día de su muerte, lo recuerdo con agradecimiento. Fue uno de los momentos más sorprendentes de mi vida como cura. Era así de sencillo y cercano. Gracias”.
La llamada del Papa quedó grabada en la memoria de la parroquia de San Lorenzo y en el corazón de muchos pamploneses. Y aunque la voz de Francisco ya no volverá a sonar al otro lado del teléfono, su cercanía y humanidad han dejado una huella imborrable también en la capilla de San Fermín.