SOCIEDAD

El pueblo de Navarra que guarda una boina roja de 600 años de antiguedad en su iglesia

Iglesia de Santa María de Tafalla. AYUNTAMIENTO DE TAFALLA
En su altar, junto al santo, se expone la boina original, protegida en un relicario de plata que cada año sale en procesión junto a la imagen..

La ciudad de Tafalla conserva una de las reliquias más singulares de la Comunidad Foral: una boina roja que, según la tradición, tiene más de 600 años de antigüedad y se guarda con gran devoción en la iglesia de Santa María. No se trata de una prenda cualquiera, sino de una pieza cargada de historia y leyenda, asociada al patrono de la ciudad, San Sebastián.

Cada 20 de enero, día del santo, los tafalleses se reúnen para venerar la imagen de San Sebastián, una talla de piedra que también es única por su aspecto inacabado. En su altar, junto al santo, se expone la boina original, protegida en un relicario de plata. La ciudad mantiene así una devoción centenaria que combina fe, identidad local y orgullo por una historia que ha sobrevivido al paso del tiempo.

La leyenda cuenta que, en el año 1426, un maestro cantero llamado Juan de Lome trabajaba en la escultura de San Sebastián en un taller cercano al camino de Olite. Cansado, se quitó su boina, la colocó sobre la cabeza de la imagen y dijo con ironía: “Santo, guarda mi boina”. Poco después, un transeúnte curioso intentó retirarla, pero no logró despegarla de la piedra. Incluso —según los viejos relatos— se le quedó la mano pegada a la talla hasta que el vicario intervino para liberarlo. Desde entonces, la boina quedó como parte inseparable de la figura del santo y el bloque permaneció sin terminar, tal y como se venera hoy.

Aquella boina milagrosa fue conservada con celo durante siglos. A finales del XVIII se fabricó un relicario circular, obra del platero Tadeo Pérez, para custodiarla bajo cristal y protegerla de los daños del tiempo. En su inscripción puede leerse la fecha del prodigio y la referencia al escultor que lo protagonizó. La pieza, de fieltro rojizo, ha sobrevivido guerras, incendios y desamortizaciones, y sigue siendo el símbolo más antiguo y querido de Tafalla.

En el día de San Sebastián, la boina y la imagen presiden los actos religiosos. Vecinos, cofrades y representantes municipales acuden a rendir homenaje al santo protector, pidiendo su intercesión y protección sobre la ciudad. Durante siglos, su devoción se ha mantenido viva incluso en los momentos más difíciles, como epidemias o sequías, cuando el pueblo ha sacado al santo en procesión por las calles.