• viernes, 19 de septiembre de 2025
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COMERCIO LOCAL

El joven que madruga a las 4 para llevar el pan a muchos pueblos de Navarra: "Estoy muy feliz"

"Me gusta mucho el trato con las personas. Yo me río y ellos conmigo. Me dicen que venga todos los días al pueblo”, asegura.

Joan Francisco Vivanco repartiendo pan en su furgoneta de venta ambulante. Navarra.com
Joan Francisco Vivanco repartiendo pan en su furgoneta de venta ambulante. Navarra.com

Madrugar a las cuatro de la mañana no es un plan atractivo para casi nadie, pero para Joan Francisco Vivanco Jiménez se ha convertido en parte de su rutina diaria. A sus 21 años, este joven de Estella, hijo de una familia originaria de Loja (Ecuador), ha encontrado en la venta ambulante de pan un trabajo que le ha dado estabilidad, cercanía con la gente y un futuro que no muchos de su edad han querido probar.

El reparto de pan en los pueblos de Navarra no siempre resulta fácil. El verano ha sido intenso: más ventas que nunca gracias a los turistas y a las segundas residencias, pero al mismo tiempo con pocas posibilidades de descanso para los trabajadores, porque apenas hay relevo en este sector. A ello se ha sumado el esfuerzo extra de levantarse temprano para estar listo antes de las cinco de la mañana y ponerse en ruta.

En ese contexto, Joan ha dado un paso al frente. Este verano se ha subido a la furgoneta de la empresa Ega Pan primero como copiloto, acompañando y aprendiendo de otros repartidores, y después tomando el volante y la responsabilidad completa de las rutas. Lo ha hecho con energía y una sonrisa que sus clientes han sabido valorar.

“De repartidor llevo desde junio y estoy muy feliz”, ha contado con entusiasmo. La jornada, sin embargo, no es ligera. “Lo malo es madrugar. Me despierto a las 4 de la mañana y salgo hacia la panadería, donde llego a las 5. Acabo sobre mediodía", ha explicado. En ese tiempo ha recorrido rutas como la de Valdega y la del Valle de Allín, repartiendo pan y bollería por pueblos pequeños donde ya es un rostro conocido.

Los clientes le han transmitido su confianza desde el principio. “La gente está muy contenta de que yo reparta el pan. Me han dicho muchas cosas positivas. Me comentan que soy amable, que atiendo muy bien, que soy tranquilo y que tengo paciencia. Me gusta mucho el trato con las personas. Yo me río y ellos conmigo. Me dicen que venga todos los días al pueblo”, relata satisfecho.

Su historia también refleja la importancia de aprovechar las oportunidades. “Soy joven y prefiero ganar dinero para tener un recurso económico. Ahora estoy fijo y a seguir adelante”, ha asegurado. En su familia, el trabajo siempre ha estado presente. Su padre, Francisco, de 53 años, trabaja en una granja avícola en Abárzuza junto a su hermano Lenin, mientras que su madre y su hermana permanecen en Ecuador. Los tres hombres conviven en Estella, ciudad en la que Joan lleva ya casi tres años.

Aunque estudió informática en Ecuador, ha preferido dar un giro hacia un oficio que le permite un contacto diario con la gente. Además, no ha ocultado que es seguidor del Barcelona y de Osasuna, y que en la empresa le han transmitido su satisfacción: “Me dicen que soy trabajador, que le meto caña a todo y que están felices conmigo”, ha comentado.

En su experiencia diaria, Joan ha comprobado qué productos tienen más éxito. “Lo que más se vende, además del pan, es la bollería como las madalenas, las palmeras, prensa, etc.”, ha detallado. Aunque ha señalado un aspecto mejorable: “No llevamos datáfono en las furgonetas, por lo que hay que comprar con billetes o monedas. Todo es a la antigua, pero sería bueno tenerlo por comodidad para la gente que está acostumbrada a pagar con móvil o con tarjeta”.

El joven ha reconocido que no es común ver a gente de su edad en este oficio. “La mayoría de los repartidores son mayores. Yo soy el más joven”, ha apuntado. Su incorporación ha llegado gracias a un primo que le animó a probar. “Me dio la idea. Me gustó mucho. Me llamó la atención y aquí voy poco a poco”, ha recordado.

En la ruta de Valdega ha visitado pueblos como Labeaga, Murieta, Abáigar, Mendilibarri, Ancín, Legaria, Etayo y Olejua. En otra ruta ha cubierto alrededor de treinta localidades más pequeñas, entre ellas Lácar, Alloz, Zabal, Azcona, Úcar, Guembe y Munárriz, una zona que asegura conocer ya “de maravilla”.

Sus compañeros también le han reconocido el esfuerzo: “Me dicen que muy bien, que soy amable. Están muy contentos y que me he aprendido muy pronto las rutas desde que empecé el primero de junio. Ha sido un verano potente de mucho sol”, ha concluido.

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