Comercio Local

Las dos navarras que mantienen viva la tienda que abrió hace 42 años en su pueblo: "Procuramos mantener la esencia"

Sheila y Laura en la mercería Rise, situada en la calle Cuatro Esquinas de Tafalla. Navarra.com
“Procuramos mantener la esencia de la mercería antigua. Muchas veces hemos pensado en renovar, pero perdería el encanto que tiene”, aseguran.

En un pequeño local lleno de cajones, cintas y bobinas de colores, el tiempo parece haberse detenido. Allí, entre telas y botones, dos mujeres mantienen viva una forma de comercio que ya casi no existe. Son Laura Martín Pérez y Sheila Andrés, dos navarras que cada mañana suben la persiana de su tienda con la misma ilusión que el primer día en una localidad de la zona media de Navarra.

Laura, tafallesa y actual propietaria, lleva 15 años al frente del negocio. Llegó cuando su suegra se jubiló y desde entonces no se ha movido del mostrador. A su lado, siempre, Sheila, de 45 años, que entró a trabajar con solo 20. “Aquí sigo, y con expectativas de jubilarnos aquí, porque para mí venir aquí es como venir a mi casa”, confiesa entre risas. Está muy cerca de un comercio que ha cerrado hace muy poco como es el kiosko de Javier Inchauspe.

Juntas forman un tándem perfecto. Una atiende, la otra busca el artículo, las dos aconsejan, escuchan y charlan con la clientela. En este espacio no hay prisa ni pantallas, solo conversación, cercanía y un trato de los de antes.

Ese lugar con encanto es Mercería Rise, en la calle Cuatro Esquinas número 4 de Tafalla, un negocio de los de toda la vida que abrió sus puertas en 1983 y que sigue siendo un punto de referencia para quienes buscan un hilo, un botón o un consejo.

El nombre tiene su propia historia. “Rise viene de las sílabas iniciales de los apellidos de las fundadoras, Ricoti y Segura”, explica Laura Martín, recordando a las dos mujeres que levantaron el comercio en una localidad navarra de la zona media.

Mari Carmen Ricoti Labat y María Ángeles Segura Murillo, su suegra. “Empezaron dos socias que se jubilaron. Cuando se jubiló una, que era mi suegra, entré yo; y luego, a los dos años, se jubiló Mari Carmen. Era antes una carnicería”, cuenta.

En la tienda casi nada ha cambiado. Los estantes de madera siguen siendo los mismos de hace cuatro décadas y las clientas entran y salen con la confianza de quien conoce bien el lugar. “Procuramos mantener la esencia de la mercería antigua. Muchas veces hemos pensado en renovar, pero perdería el encanto que tiene”, comenta Laura, mientras ordena con mimo los hilos de colores.

El negocio no se ha librado de los altibajos, pero sigue en pie gracias a la fidelidad de sus clientas. “Nos va bien, no nos quejamos. Se mantiene y hay clientela nueva. Nos defendemos”, dice con una sonrisa tranquila. “Nos dicen que no cerremos. En los pueblos de alrededor este tipo de comercios está cerrando y la gente que cose viene aquí. Es una pena que en un pueblo no tengan para comprar un hilo y vengan a Tafalla”, lamenta.

A pesar de las dificultades, Rise sigue siendo un pequeño motor del comercio local. “Esto sigue dando para vivir. Sacamos los dos sueldicos”, afirma Laura. Y Sheila asiente: “El comercio local hace mucho bien al pueblo y a la gente. Hay que mantenerlo”.

El surtido es amplio y variado: botones, hilos, corsetería, ropa interior, pijamas, batas y calcetines. En verano, las estanterías se llenan de bañadores, bikinis, tankinis y vestidos de playa. “Intentamos traer lo de siempre, pero también lo que va pidiendo la gente. Hoy en día con los medios digitales las clientas te enseñan una foto y nos preguntan si podemos conseguirlo”, explica Laura.

No se trata solo de vender, sino de acompañar. En la mercería, las conversaciones se mezclan con los pedidos. “Hacemos de psicólogas muchas veces”, reconoce Sheila. “Nos gusta lo que hacemos y tenemos una clientela muy maja, muy fiel”.

Entre agujas, cremalleras y cintas métricas, las dos amigas han conseguido mantener viva una tienda que forma parte del paisaje cotidiano de la ciudad. “Aguantaremos hasta que podamos. Tal y como están las cosas, vamos viviendo el día a día”, dice Laura. “Seguiremos luchando por nuestra parte y esperamos que la gente siga respondiendo como hasta ahora”.