Un barrio de Pamplona ha despedido este sábado 13 de septiembre a dos de sus comerciantes más queridos. Tras 40 años de trabajo, los carniceros Joaquín Ariztia y Javier Sarasa han puesto fin a una etapa marcada por la cercanía, la confianza y una clientela que se ha convertido en familia. El último día ha estado cargado de abrazos, lágrimas y recuerdos compartidos.
Este cierre se suma a los cambios que ha ido viviendo el pequeño comercio en la zona, donde también han tenido presencia negocios muy conocidos como Viajes Navarsol o la pizzería La Tablita. En ese entorno, la carnicería ha mantenido viva la esencia de la relación cercana entre comerciante y cliente durante cuatro décadas.
La jornada se ha vivido con emoción desde primera hora. Los clientes han acudido de manera constante para saludar, agradecer y acompañar a los dueños en su adiós. “Parecía que no iba a llegar y aquí está el último día. Mucha tristeza y muchas emociones. Todos vienen a despedirse y cuesta”, ha expresado Javier, visiblemente emocionado.
El motivo del adiós es doble: Joaquín ha cumplido 65 años y se ha jubilado, mientras que su socio Javier no ha conseguido un equipo de trabajo para seguir adelante. Dentro de dos semanas, él retomará su oficio en otra carnicería del segundo Ensanche, esta vez especializada en carne de potro.
La tienda, la carnicería Ariztia, estaba situada en la avenida de Sancho el Fuerte número 37. Allí, en el corazón del barrio, se ha celebrado la despedida con un aperitivo a base de tortilla de patata, jamón y vino que ha reunido a vecinos, familiares y amigos.
“Los clientes nos han dado la vida. A las dos en punto se cierra y ha llegado la jubilación. Lo vamos asimilando, aunque me costará un poco. Ha sido muy emotivo. La gente te abraza con lágrimas en los ojos”, ha confesado Joaquín.
El veterano carnicero ha reconocido que le costará adaptarse a la nueva rutina. “Es una sensación muy extraña. Me imagino que abriré el ojo a las 6:30 de la mañana, como siempre, y me diré que no tengo prisa esta vez. Supongo que será así”, ha contado.
Por su parte, Javier ha relatado uno de los momentos que más le han marcado en esta despedida: “He saludado a una señora mayor con un andador que tiene 80 años. Servimos a su madre, a ella, a su hija y a su nieta. Son cuatro generaciones. Aún no nos hacemos a la idea de que es el último día”.
Aunque afronta con ilusión su nueva etapa, admite que le costará separarse de lo vivido en el barrio. “Lo duro es dejar a esta gente y este trato tan cercano, porque hemos hecho una familia. Son muchos años haciéndolo con ganas y con ilusión, y cuesta dejarlo. Cuando el lunes suene el despertador a las 6 de la mañana lo apagaremos y ya está”, ha expresado.
En el escaparate, un cartel ha simbolizado el vínculo creado en estas cuatro décadas con un mensaje de despedida que muchos vecinos han leído con emoción. En él, los dos carniceros han dejado sus últimas palabras:
“Nos vamos orgullosos de haber servido a varias generaciones y con el cariño de tantos clientes que se han convertido en amigos. Gracias por vuestro apoyo y fidelidad, y por habernos hecho disfrutar dedicándonos a lo que nos apasiona durante tantos años. Hasta siempre”.
