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COMERCIO LOCAL

El navarro que pone fin a 43 años de trabajo en el kiosko de su pueblo: “Creo que ya me toca descansar”

"Son muchas horas, muchos días, sin fiestas y como tampoco me hace falta tanto para vivir, pues hasta aquí”, asegura.

Javier Inchauspe sostiene una flor regalada el último día de trabajo en su kiosko de Tafalla. Navarra.com
Javier Inchauspe sostiene una flor regalada el último día de trabajo en su kiosko de Tafalla. Navarra.com

Javier Intxauspe Barcelona, un navarro de 63 años natural de Tafalla, ha dicho adiós este viernes 19 de septiembre a una rutina que ha marcado toda su vida: abrir cada mañana su kiosko y atender a varias generaciones de vecinos. Durante más de cuatro décadas, entre periódicos, revistas, chucherías y pan, ha visto cómo su pequeño puesto se convertía en un punto de encuentro para toda la ciudad y para los pueblos cercanos de la zona media.

Su historia comenzó el 1 de abril de 1982, cuando con apenas veinte años se atrevió a probar suerte en el negocio. Lo heredó de Purificación Ocariz, conocida como la Puri, quien junto con sus hermanas Justa y Rosario había creado un pequeño centro de prensa que pronto se volvió imprescindible en el barrio. “La Puri me fue enseñando y presentando al resto de clientes y comercios de la zona”, recuerda Javier con gratitud.

Este viernes, el último día de trabajo, no ha sido uno cualquiera. En lugar de clientes apresurados buscando el periódico del día, ha recibido visitas cargadas de afecto. Flores, botellas de licor y muchas palabras de agradecimiento han llenado el kiosko de la plaza de Cortes, número 1, en Tafalla, el mismo local en el que ha trabajado sin descanso durante 43 años y que se ha convertido en el último kiosko de la ciudad.

La jornada ha estado marcada por las emociones. “Como que ya has llegado al final del camino. Hasta aquí. Está el día emocionante porque todo el mundo se despide, todo el mundo te da las gracias y se las doy yo también a ellos. Es un día no de venta sino de despedida”, ha confesado con cierta nostalgia.

Aunque reconoce que le da “un poco de pena”, también asegura que ya necesitaba descansar: “Había que dar el paso. Aún me quedaba año y pico para los 65, pero hasta aquí he llegado. Son muchas horas, muchos días, sin fiestas y como tampoco me hace falta tanto para vivir, pues hasta aquí”.

El balance de esta larga etapa es, según dice, “muy positivo”. Y lo explica con naturalidad: “Aquí cogí el kiosko con solo veinte años a probar, a ver qué tal iba el negocio en aquellos años. Que iba muy bien, pero muy sacrificado porque había que venir sábados y domingos, todos los días”.

Sin embargo, más allá del esfuerzo, Javier destaca lo que más le ha llenado: “El contacto con la gente es lo que te da energía y vida. Estás todo el día hablando con uno y con otro, haces amistades durante años. Me lo he pasado bien. Si no hubiera estado a gusto me habría ido hace años”.

Su familia llevaba tiempo animándole a dejarlo. “Mis hijos no me han visto en casa. Salía de casa a las siete y media de la mañana y volvía a la hora de comer. Me han visto enfermo y sin poder coger la baja porque había que tener a alguien que te cubriera, y no es fácil hacer un contrato para un día. Estaban deseando que me jubilara más que yo”, ha relatado.

El kiosko Inchauspe de prensa y revista en Tafalla. Navarra.com
El kiosko Inchauspe de prensa y revista en Tafalla. Navarra.com

El trabajo no entendía de festivos ni de descansos. El kiosko permanecía abierto 362 días al año, solo echaba la persiana en Navidad, Año Nuevo y Sábado Santo. “Vacaciones puedes coger, pero hay que cerrar el kiosko y es peligroso porque la gente puede acostumbrarse a comprar en otro lado y no volver. Hay que procurar tener a alguien, pero es complicado”. Solo en los últimos cuatro o cinco años se permitió descansar por las tardes: antes, había trabajado también en ese horario durante toda su vida.

Los clientes habituales han lamentado la despedida, sobre todo porque Javier era el único que abría en domingos. “La gente me dice que no cierre, que a ver dónde van a comprar el periódico. Pero también me dicen que me lo merezco. Es una pena, pero todo el mundo entiende la situación. Todos se hacen a la idea”, ha explicado.

Con la jubilación ya en marcha, Javier quiere dedicar su tiempo a aquello que siempre le ha gustado y que apenas podía disfrutar. “Me gusta mucho la cocina. Canto en la coral Tubala Uxoa y a la mujer le ayudaré en casa cuando vaya a trabajar. Haré algo de ejercicio, me pasearé. Todo menos coger un huerto, que es lo que me dice todo el mundo que tengo que hacer”, comenta entre risas.

El día de su adiós ha estado lleno de mensajes cariñosos de clientes de toda la vida: “Que te vaya fenomenal, Javier. Que seas feliz. Ha sido un placer”, le repetían mientras le daban un apretón de manos.

El futuro del kiosko todavía no está cerrado. Javier ha recordado que el terreno es propiedad del Ayuntamiento de Tafalla y que está a la espera de una respuesta. “Ya tengo un par de personas interesadas. Eso sí, ahora la venta de papel hay que complementarla con más cosas. Pienso que se podrá. La primera intención era que el Ayuntamiento lo cogiera como punto de información y turismo, pero tuvieron que pedir una subvención europea y el tema está un poco parado. Creo que se podrá hacer algo”, ha explicado antes de echar el cierre a una etapa que ha durado toda una vida.

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