Comercio Local

El restaurante de un pueblo de Navarra conocido por sus verduras encuentra relevo: “Nos vamos con el cariño de todos”

Germán Montoya con sus padres, Puri y José Luis en el restaurante La Galera de Mendavia. Facebook.
Ofrecen platos tradicionales, productos de la huerta, respeto absoluto por el sabor de siempre y una técnica que ha ido madurando con los años.

Después de toda una vida entre fogones, cafés y sobremesas interminables, Puri Ripa y Pepe Luis Montoya han bajado la persiana. Con 66 y 67 años, han puesto fin a su etapa laboral, dejando atrás el cariño de una clientela fiel que los ha acompañado durante veinte años.

El restaurante que dejan tras dos décadas de trabajo está en una localidad muy conocida de la Ribera de Navarra, a 50 minutos de Pamplona y a solo media hora de Estella.

"¡Llegó por finalizado nuestro trabajo!. Nos vamos con el cariño de todos vosotros. ¡Os queremos y os dejamos en muy buenas manos! Nos relevan gente joven", escribieron el 20 de abril en un emotivo mensaje en las redes sociales. Con la sonrisa de quien sabe que ha dejado huella, invitaron a todos a pasar ese mismo día a despedirse: "¡Nos vemos por el pueblo! Un abrazo y un besazo. ¡Sois maravillosos!".

El relevo ha llegado de la mano de los hermanos Omar y Ayman Hannat, dos jóvenes de 28 y 23 años nacidos en Albelda de Iregua, en La Rioja, y de origen marroquí. La historia se ha cerrado casi como empiezan las buenas: Omar ya había trabajado en el local durante fiestas y fines de semana, y fue el propio Pepe Luis quien, con la confianza del trato cercano, se animó a plantearles la idea del traspaso.

El lugar que ceden no es otro que el emblemático bar restaurante La Galera, en Mendavia, un establecimiento que ha sido mucho más que un sitio donde comer o tomar algo. Abierto en 2004, La Galera debe su nombre a esos carros antiguos de cuatro ruedas, con las pequeñas delante y las grandes detrás, que durante generaciones fueron el transporte habitual de mercancías en los pueblos.

Desde su apertura, Puri y su hijo Germán Montoya se pusieron a los mandos de la cocina, mientras Pepe Luis Montoya atendía con mano experta la barra. La cocina de La Galera ha sabido enamorar a todos: platos tradicionales, productos de la huerta, respeto absoluto por el sabor de siempre y una técnica que ha ido madurando con los años.

Germán Montoya, formado en la prestigiosa Escuela de Restauración de Santo Domingo de la Calzada, ha llevado el nombre del restaurante más allá de Mendavia. Su currículum incluye experiencias en templos gastronómicos como el restaurante Alameda de Fuenmayor, el restaurante Sula de Madrid, la sidrería Saizar de Usurbil y el mítico Arzak de San Sebastián.

La cocina que ha salido de sus manos se ha definido por el equilibrio, la sensibilidad y el respeto por el producto. En La Galera, las verduras de temporada —espárragos de Navarra, alcachofas en tempura, piquillos confitados, pochas, menestras— han sido siempre protagonistas, junto a las carnes y pescados elaborados a la brasa en un auténtico asador de leña. Una cocina sin estridencias ni artificios, pensada para hacer disfrutar.

Interior del restaurante La Galera de Mendavia. Facebook.

El restaurante dispone de un acogedor comedor en la primera planta, con capacidad para unas 30 personas, siempre bajo reserva previa, y durante el mes de agosto permanece cerrado. En la planta baja, el bar y la terraza accesible a personas con movilidad reducida ofrecen pintxos y platos combinados durante todo el año.

El esfuerzo de la familia Montoya Ripa no ha pasado desapercibido. Críticos gastronómicos de la talla de José Carlos Capel y Mikel Zeberio han elogiado su cocina. Capel escribió sobre La Galera que "el menú, esencialmente casero, había sido uno de esos pocos que no se olvidan: sopa de espárragos con pan y clara de huevo; espárragos hervidos con yema fresca a modo de salsa; alcachofas con jamón y merluza rebozada con pimientos del piquillo. De postre, un arroz con leche soberbio".

Zeberio subrayó que "Germán y su madre practican una cocina donde hay equilibrio y de la que destacaría la sensibilidad y el interés por proyectar sabores delicados, sin apenas tocar el producto". Además, apuntó que "en sus elaboraciones sobresalen los colores vivos, las texturas y los sabores naturales de esa especie de pozo sin fondo para ahogarse en la suculencia".

Ahora, el testigo pasa a las manos jóvenes de Omar y Ayman, que han abierto el restaurante el 21 de abril como nuevos propietarios. Acompañados de dos ayudantes de cocina, dos camareros fijos y otro más para eventos especiales, han prometido conservar "las comidas y cenas de siempre" con un equipo "joven y con ganas", como ha explicado Omar Hannat.