Tiene nombre provocador, aspecto irresistible y fama creciente. La llaman la hamburguesa ‘guarra’ y ya se ha convertido en uno de los reclamos más potentes de un bar recién reabierto en Navarra. No es solo por el tamaño ni por lo que lleva —que no es poco—, sino por la experiencia que promete: “Tiene de todo y lleva un huevo frito encima. Al aplastarlo, te manchas. Por eso se llama así”, explica entre risas una de sus creadoras.
Es un restaurante que está a solo veinte minutos de Pamplona. En una localidad de unos 900 habitantes donde hemos conocido otro restaurante situado junto al campo de fútbol.
La receta es sencilla pero contundente: 180 gramos de carne de vacuno madurada, ensalada fresca, tomate, cebolla caramelizada, bacon crujiente y, como corona, ese huevo frito que da nombre a la especialidad. Todo ello entre pan, caliente, recién hecho y servido con guarnición.
“A la gente le encanta. Vienen y nos dicen: ponme la guarra, que es como ya se la conoce por aquí”, ha comentado con humor Sonia Ana Mesquita Gonçalves, una de las responsables de la cocina.
Sonia, de 47 años, y su amiga Isabel Patricia Sousa, de 31, son las nuevas arrendatarias del centro social San Guillermo, un local ubicado en Obanos (Navarra), que ha reabierto el pasado viernes 4 de abril tras un tiempo cerrado. A ellas se ha sumado Anailza Evangelista, de 42 años, que se encarga de los fogones. Las tres son portuguesas, aunque llevan tiempo asentadas en la zona: Sonia vive en Muruzábal e Isabel en Úcar, dos pueblos de la comarca de Valdizarbe.
La asociación del centro llevaba tiempo buscando a alguien que tomara las riendas del bar durante un año, y tras abrir un proceso de selección, 96 de los 99 socios votaron a favor de su propuesta. “Vimos el anuncio y dijimos: vamos a probar suerte. Ya estábamos cansadas de trabajar para otros”, ha recordado Isabel, que acumula 10 años en hostelería, mientras que Sonia supera los 30.
Desde el primer día, el ambiente ha sido animado. Han ofrecido tapa gratis con cada consumición en la inauguración, han lanzado el pote-pincho de los viernes, y tienen un menú del día a 15 euros entre semana y a 20 euros los fines de semana.
La carta incluye platos combinados, sándwiches, hamburguesas, picoteo y propuestas más tradicionales, todas elaboradas en su cocina. “Todo lo hacemos nosotras. Casero y con cariño”, ha subrayado Anailza.
La ‘guarra’ ha sido el boom, pero no es lo único que ha triunfado. El cachopo casero, los fritos de jamón y queso, y las patatas bravas han tenido también mucho éxito. Además, preparan alitas marinadas, rabas, fingers, nuggets de pollo, y una variedad de ensaladas como la mixta, la templada de gulas y gambas, o la de queso de cabra con frutos secos y vinagreta de frutos del bosque.
También han apostado por algo poco habitual en la zona: la casquería. En su carta no faltan las manitas de cerdo en salsa verde, el ajoarriero, el corderico al chilindrón, los menudicos o los callos. Y el fin de semana, la barra de pinchos se llena de versiones de la clásica tortilla de patata.
El local ha fijado su día de descanso los martes y abre de 9:00 a 22:00 entre semana, y de 9:00 a 00:00 los fines de semana. Cuando hay fútbol o buen ambiente, alargan un poco más. “Estamos desbordadas, pero felices. Por aquí pasan todos los peregrinos”, ha afirmado Isabel. Con reservas para comer, cenar y también pedidos para llevar, ya piensan en ampliar la plantilla.
