Sabores que cuentan historias: el nuevo obrador de Pamplona que agota sus pastas y da oportunidad a mujeres
Galletas de coco con receta venezolana, empanadas rellenas de sabores ucranianos, tartas con toques de México, bocados salados que huelen a hogar y pintxos de brownie que desaparecen en segundos. Así ha comenzado una aventura culinaria que, más allá de la cocina, cuenta historias de vida, migración, esfuerzo y muchas ganas de emprender en Pamplona.
El establecimiento está muy cerca de otros que hemos conocido en este apartado de comercio local en la capital navarra, como es el caso del bar Ary, antiguo Pato Pinta, con sus cazuelicas de ajoarriero o la mercería Lezka que lleva toda la vida en la calle de Abejeras.
Un grupo de nueve mujeres migrantes ha conseguido poner en marcha su propio negocio tras meses de formación en la Gastroeskola de Acción contra el Hambre, un espacio que apuesta por el empleo inclusivo en el sector de la hostelería. Detrás hay un impulso institucional claro: el respaldo económico de la Fundación Caja Navarra y Fundación “la Caixa” dentro del programa Innova, centrado en apoyar proyectos que mejoran la vida de las personas.
El nuevo obrador ha sido el resultado tangible de esa apuesta. Más que una panadería, es un espacio donde convergen nueve nacionalidades, una docena de acentos y muchas recetas familiares que han viajado miles de kilómetros. Pero también es un lugar donde se han agotado todos los productos el mismo día de su apertura: pastas, postres, empanadas, tartas o bocados salados, que cada semana cambian de forma, fondo y procedencia.
Se llama Sabores que cuentan historias y se encuentra en la avenida Sancho el Fuerte número 5, en Pamplona. Al frente están Luisana Gamboa, venezolana de 39 años, y Nataliya Lipinska, ucraniana de 45. “Hace tiempo que quería montar un negocio y por circunstancias me lo denegaron".
"Mis amigos me hablaron de Acción contra el Hambre y esta vez estaba decidida a emprender y tener un establecimiento donde vender las cosas que cocino”, ha compartido Luisana. Madre soltera de dos hijos, ha asegurado sentirse a gusto en Pamplona. “Viví unos meses en Barcelona, pero aquí todo está más cerca y para mis hijos lo veo más seguro”.
Nataliya, también madre y con tres hijos, ha tomado la iniciativa ahora que el más pequeño ha empezado la guardería. “Siempre quise tener mi negocio propio. Vi la publicidad en Instagram y me lancé con ilusión”, ha explicado. Lleva ocho años en la capital navarra y valora especialmente la tranquilidad: “La ciudad me gusta mucho. La gente es muy amable. Pamplona está entre las diez ciudades más seguras de España”.
Junto a ellas, otras siete mujeres han participado en la inauguración y seguirán en el proceso formativo durante unas semanas más. El objetivo es que, cuando concluyan esta etapa, puedan poner en marcha sus propios proyectos. Así lo ha señalado Consuelo Lobato, coordinadora de la Gastroeskola: “Queremos que este obrador sea solo el principio. Que cada una pueda emprender después con un modelo similar”.
Una de esas mujeres es Ana Laura Vázquez, mexicana de 54 años, que ha vivido en Navarra durante los últimos cuatro. “Vine aquí por la seguridad. Soy madre soltera y necesitaba estar cerca de mis hijos porque es muy segura. La gente es buena. Cuando te ven como migrante y con ganas de trabajar hay un apoyo muy importante”, ha valorado.
Ana Laura ha contado que al llegar tuvo que comenzar de cero: “Trabajé cuidando a personas dependientes, me certifiqué como cuidadora, fui interna... pero yo realmente quería trabajar en lo mío. Soy licenciada en administración de instituciones y quería traer un poco de México a Pamplona”.
Todas las recetas se elaboran de forma artesanal, con ingredientes naturales, y el catálogo se renueva cada semana con nuevas propuestas dulces y saladas. La esencia está clara desde el primer día: “Queremos que, al probar nuestros productos, viajes con nosotras a un nuevo mundo de sabores, historias y momentos especiales”, han expresado con orgullo las mujeres que han dado vida al proyecto.