La mercería Lezka de Pamplona se traspasa por jubilación. Así lo indica en un cartel colocado en el escaparate de la tienda desde hace pocos días. Es la última del barrio de Iturrama, que abrió las puertas a sus clientes en el año 1981.
La mercería Lezka está situada en la calle Abejeras 6 de la capital navarra. Muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en esta sección de comercio local en Pamplona.
Como es el caso, por ejemplo, del bar Pato Pinta que ofrece unos platos increíbles de ajoarriero, o el Ogi Berri Los Fueros que reabrió poco antes del verano con su espectacular terraza.
Feli Muro e Ione de la Hera son cuñadas, han superado los sesenta años, pero atienden a todos sus clientes, sobre todo mujeres, con el mismo interés y amabilidad que el primer día.
"Tenemos ofertas ahora por jubilación y estaremos un tiempo, creo que hasta a final de año. Mientras tanto a ver si alguien se anima y se queda con la mercería. Con un poco de pena de que se cerraría porque son muchos años", aseguran.
La posibilidad del relevo familiar no se ha dado: "Todos están con sus estudios y con sus trabajos y por ese lado no hay ninguna posibilidad". Feli Muro lleva muchos años en la tienda: "Desde 2003 como autónoma, pero antes estuve trabajando con las anteriores. Eran las hermanas Juana Mari e Isabel de la Hera. Unos 32 años", indica.
Las clientas les han tocado la fibra en cuanto han conocido la noticia: "Me dicen que les da mucha pena. No te vayas. ¿Dónde vamos a comprar los hilos?". Han cerrado muchas mercerías en la zona y esta es la última: "Habrá que ir al centro porque en los barrios ya no hay. Aquí creo que somos los últimos".
"Antes venía mucha gente al colegio de Santa Catalina, situado casi en frente, donde dejaban a los niños. Ahora ya hay menos, no aparcan, no pueden parar y además los niños tienen jornada continua", señalan.
En cuanto a la calidad del producto que ofrecen explican que en su local la calidad siempre es un poco mejor que en las tiendas de arreglos, aunque por ello también "un pelín más caro". "Tenemos modista para arreglar porque al final no llegamos a todo", explican.
En tantos años de dedicación, explican que han hecho amistades de todo tipo, como cuando hacen de "psicólogas" con la gente de la Misericordia o cuando reciben visitas de antiguas clientes: "Vienen muchas diciendo aquí compraba mi madre los uniformes. Ya se han casado, ahora son mamás y más que abuelas algunas", comenta Feli.
En cuanto a los uniformes que tanto se han vendido, detallan que es un aspecto del negocio que ha cambiado mucho: "Los mandan a bordar ya con el escudo. Ha cogido una exclusiva El Corte Inglés y los pequeños nos vamos al carajo. No puedo pedir solo una talla sino cincuenta prendas y eso es imposible. Antes sí, ahora no", explican.
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