El triste adiós a otra tienda centenaria de Pamplona en la esquina más fotografiada del casco viejo
La jubilación de Antonio Irizíbar Martínez a sus 65 años, el pasado 9 de agosto, ha acercado la de cierre de una de las tiendas más queridas del casco viejo de Pamplona. Han sido más de cien años de historia en los que generaciones de navarros han cruzado sus puertas. Muy pronto, este miércoles 10 de septiembre, quedará sellado su final definitivo.
El comercio baja la persiana sin relevo. Una realidad que se repite en la capital navarra, donde el futuro de los negocios históricos preocupa. Muy cerca del local se encuentra la tienda de ropa Numancia, que lleva más de 55 años en la calle San Antón y que sigue en activo, compartiendo espacio con este y otros comercios locales que dan vida al casco antiguo.
Antonio ya había anunciado lo inevitable en marzo. “Soy el último que queda de los empleados que cogimos el negocio y mi jubilación marcará el cierre de la tienda, a expensas de que hasta agosto encontremos a alguien que se quede con la droguería, si es posible”, comentó entonces. Reconocía que estaban en “periodo de traspaso, venta o de lo que sea” para intentar que siguiera funcionando.
Aseguraba además que, de llegar alguien, recibiría apoyo. “Al que venga le vamos a ayudar al comienzo sin ninguna duda. La tienda es compleja: son tres mostradores con abundante mercancía, mucho trabajo de recoger y colocar productos, y un trato humano que no se puede sustituir”, defendió con firmeza.
Se trata de la droguería López, fundada en 1905 por Álvaro López Gómez en la calle San Miguel y trasladada en los años 20 al chaflán de las calles San Antón y San Miguel, donde se convirtió en un referente. En este local, una de las esquinas más fotografiadas del centro por su llamativa fachada de madera, se ha escrito buena parte de la memoria comercial de la ciudad.
El relevo en la tienda había pasado primero por Emilio López y después por Joaquín López, hasta que en abril de 1985 fueron los cinco trabajadores quienes tomaron las riendas. En sus mejores años llegaron a contar con hasta quince empleados. El penúltimo socio, José Ignacio Esteban, se jubiló el año pasado. Y ahora, tras casi 43 años detrás del mostrador, Antonio cierra la etapa final de un negocio que ha dado para vivir a seis familias.
En este tiempo, los actuales empleados Patxi Robles, Manuel Sánchez, Mari Carmen Irizíbar y Loli García han acompañado cada jornada de trabajo, y serán quienes bajen la persiana por última vez este miércoles.
El local está protegido en el catálogo del Plan Municipal de Pamplona con un grado 3. En el año 2000 se llevó a cabo una remodelación interior junto a la restauración de su fachada. El propio catálogo resalta el valor de la construcción.
Se trata de una fachada de tabla tradicional desarrollada con gran amplitud en la esquina de San Miguel y San Antón, con un acceso integrado mediante un bastidor sencillo, rematado en ménsulas y un entablamento con rotulación comercial que ha quedado como parte inseparable del paisaje urbano del casco viejo.