SAN FERMÍN 2024

El rincón del restaurante Rodero de Pamplona lleno de historia vinculada a San Fermín

Goretti y Verónica Rodero Armendáriz, en el restaurante El Rodero, en la calle de Emilio Arrieta 3 de Pamplona junto a decenas de fotos históricas de San Fermín, con su padre protagonista en muchas de ellas. PABLO LASAOSA
Goretti, Verónica y Koldo regentan un negocio hostelero de casi 50 años de antigüedad y se preparan otro año más para San Fermín.

El restaurante Rodero de Pamplona es toda una referencia en la ciudad y también lo será durante San Fermín, una cita ineludible para muchas personas, que aprovechan las fiestas para degustar la exquisita cocina de un restaurante con casi medio siglo de historia. 

El Rodero, además, tiene una fuerte vinculación con los Sanfermines y los toros, ya que Jesús Rodero, fundador del restaurante en la calle Arrieta, vivió con pasión su afición por el toreo, algo que trasladó también al local, ubicado a escasos metros de la propia plaza de toros. 

Él su mujer Resu Armendáriz pusieron las primeras piedras en 1975 de un proyecto gastronómico que ahora dirigen con profesionalidad sus hijos Koldo, Goretti y Verónica. Desde muy pequeños, los tres hermanos ayudaban a su padre y a su madre en el negocio hostelero hasta que lo tomaron por ellos mismos.

"Compaginábamos los estudios con ayudar en el restaurante. Le vas cogiendo el gusto y te vas sintiendo útil. Al final es un mundo que lo has vivido a través de tus padres. Y poco a poco notas que te gusta hasta que llega un día que te encuentras queriendo seguir esta historia", comenta Goretti.

Las dos hermanas hacen servicio de sala mientras que su hermano controla la cocina. "Nuestro padre era un gran cocinero y Koldo aprendió su cocina. Luego Koldo ha sido una persona que ha leído muchísimo y la cocina es su pasión. Él a la cocina de Rodero la llama ‘la cocina de la honestidad’ porque nunca le ha gustado enmascarar sabores", continúa Goretti.

El Rodero no solo destaca en Pamplona por su longevidad, sino también por su manera de cocinar: "Koldo era rompedor para Pamplona. Hacía cosas que a la gente le sorprendía, sobre todo con las verduras. Y claro, durante muchos años nos costó continuar porque los clientes dejaron de venir. Pero a su vez llegaron otros nuevos", añade Verónica.

Ahora, con la llegada de San Fermín, su cocina no va a cambiar, sino que buscan ensalzarla. "Para San Fermín tenemos un menú clásico, con los típicos platos de fiestas pero bien hechos, y luego creamos un menú Fiesta, que tiene un guiño más moderno de los platos de San Fermín. Pero porque sea San Fermín no tenemos que dejar de ser un restaurante como todo el año y volvernos un restaurante de batalla", explican las dos hermanas.

Esa forma de cocinar propia de ellos les ha llevado a que los clientes sean incapaces de decantarse por un plato favorito: "No tenemos un plato estrella en específico. El ajoarriero con bogavante la gente decía que era una pasada, el plato de tomate con vinagreta de aceitunas le flipa a los clientes, las cocochas con borraja también gustan", relata Verónica.

Es gracias a ese servicio que tanto miman lo que, según ellas, hace que la gente repita cada año: "Intentamos que no se note diferencia en la atención y cuidado del cliente. También son clientes que repiten año tras año y la verdad es que es una gozada verlos de nuevo. Luego los hay que llegan por primera vez. Es todo muy emotivo", afirman ellas.

Además, este año están muy satisfechas con la cantidad de gente que ha reservado con ellos para las fiestas. "Estamos completos casi todos los días. Nos queda muy poco sitio. Los mediodías están llenos totalmente, y las noches depende un poco, pero se nos suelen llenar de clientes americanos", asegura Goretti.

No obstante, el restaurante guarda un secreto muy emotivo. "La sala con las fotografías que tenemos aquí es el rincón donde homenajeamos a nuestro padre y todo lo del mundo del toro relacionado con él. Recogimos varias fotos que tiene con amigos y conocidos a modo de guiño. También está ahí el cuadro de nuestros padres basado en una fotografía, el cual nuestro padre mandó encargar para nuestra madre en su 40 aniversario de casados", cuenta Verónica.

"Es que nuestro padre iba a ver los toros hasta en silla de ruedas. Había un día que le dijimos que no podía ir porque ya estaba muy mayor y se puso a llorar como nunca. Él seguía yendo aunque hiciera un calor horrible. Y le tenía un miedo a las vacas total, pero le encantaba verlo", recuerdan entre risas las dos hermanas.