El bar restaurante La Escalera de Pamplona es uno de los más cercanos a la Plaza de Toros de la ciudad, junto al Gastrobar La Plaza donde se encuentra el bar del club taurino, y frente al colegio de los Padres Escolapios.
Este restaurante abrió sus puertas hace nueve años junto al local de la ONCE. Está situado en la calle Aralar 3, muy cerca de las torres de los Salesianos junto a los jardines de la Media Luna, en la zona trasera de la Monumental pamplonesa y tiene mucho movimiento en San Fermín.
Lo más característico del local es que lo llevan cuatro hermanos de Pamplona con muchos años de vida profesional en la hostelería. Ramón Gastón Cabral es el propietario, que trabaja con su hermano Carlos 'Caotas' y sus hermanas Mari Mar y Marisa.
Ramón Gastón, un pamplonés de 64 años, asegura: "En general es mejor trabajar con hermanos porque en Sanfermines todos los gatos son pardos. Estoy ahí ahí. Me quedan tres años para jubilarme porque soy autónomo. Llevábamos antes el bar del club Taurino y éste, pero a raíz de la pandemia dejamos el Taurino y seguimos con éste. Llevamos nueve años".
El balance que hace de estos nueve años "es bueno. Vamos bien. Estamos contentos en general". La novedad de los dos fines de semana de San Fermín 2024 no le convence: "A mi no me gusta que haya dos fines de semana. Prefiero uno solo que la gente viene de golpe con dinerito".
Tienen la ventaja de estar situado muy cerca de la Plaza de Toros: "Nos viene muy bien. Trabajamos muy bien. En general, tenemos el día lleno. Tenemos nuestra clientela. Damos desayunos, comidas, almuerzos, el antes y el después de los toros", asegura el dueño del restaurante.
La gran novedad de este año es el cierre nocturno: "Para las 10 de la noche cerraremos. Cenas no vamos a dar por primera vez. Tenemos muchos años y queremos descansar un poco el cuerpo. Aprovechamos todo lo que es el día hasta la salida de los toros con unos bocatas. La noche aquí flojea en general y la gente se va al casco viejo".
Para San Fermín ya lo tienen todo previsto: "Contrataremos cuatro o cinco personas más, a los que ya les conocemos de otros años. Gente responsable. San Fermín es un empujón, pero engaña. Si es un sitio de copas sí, pero a la vuelta de tres o cuatro meses ya estás como antes de las fiestas. No es dinero para todo el año. Es un empujón majo", señala Ramón.
En cuanto a los platos que preparan y gustan, señala: "Hay huevos con todo lo que quiera la gente, callos, ajoarriero, toro, carrilleras, pochas, bacalao.... Vienen extranjeros pero no tantos como se puede pensar: "Alguno cae pero no muchos porque estamos un poco fuera del cogollo".
En cuanto a los almuerzos y comidas, asegura: "Los días 6 y 7 tenemos los almuerzos a tope. Los demás días los vamos llenando poco a poco. Con las comidas también llenamos. Damos cerca de 200 almuerzos los días 6 y 7 con clientes habituales", asegura Ramón.
Ramón trabajó primero en el hotel Maisonnave con su hermano José Mari Gastón y con su socio Javier, luego en el Haddock y en general en la hostelería durante muchos años. "Lo que más ha cambiado en San Fermín eran los vermuts del hotel Maisonnave que eran impresionantes hace años, que igual siguen dándolos, con oleadas de gente a por fritos".
En cuanto a las bebidas, al personal le cuesta gastar más de la cuenta: "La gente ya no tira por el cava, que vale solo 18 euros. La gente va más por la caña, que ha venido para quedarse, y los Gin Tonics solo los primeros días. El calimocho se queda en lo viejo. Aquí servimos cañas y vinos", concluye Ramón Gastón.
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