El abogado que sobrevivió a la matanza de Atocha emociona en Pamplona contando cómo perdonó a los asesinos
El abogado y profesor jubilado participó en las jornadas ‘Contar el terror’ de la Universidad de Navarra, donde compartió su proceso de reconciliación y memoria.
El abogado Alejandro Ruiz Huerta, último superviviente del atentado contra los abogados laboralistas de Atocha, ha asegurado este jueves en Pamplona que, si pudiera volver atrás, “haría lo mismo” que aquel 24 de enero de 1977, aunque ha bromeado diciendo que “la suerte es que no voy a volver a nacer”.
Ruiz Huerta, profesor jubilado de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba, ha intervenido en las jornadas ‘Contar el terror’ organizadas por la Universidad de Navarra, donde ha relatado su proceso vital tras recibir varios disparos en aquel ataque y cómo ha llegado, con los años, a un sentimiento de compasión y perdón hacia los asesinos.
El abogado, autor del libro “Violencia, compasión, memoria”, ha reconocido que este recorrido emocional ha sido “complicadísimo”. Ha contado que los autores del atentado “cada 24 de enero pedían una mariscada para celebrarlo”, algo que —ha dicho— “nos hacía polvo”.
Ruiz Huerta ha recordado que en el despacho “se encontraron más casquillos de bala de los que pueden dar de sí dos cargadores”, lo que refleja la brutalidad del ataque. “Mi recuerdo de la violencia en Atocha era horrorosa, horripilante”, ha afirmado ante un numeroso grupo de estudiantes.
Con el paso de los años, y especialmente durante la pandemia, ha explicado que comenzó a transformar su dolor. “Enrollé la violencia con la compasión”, ha dicho, aludiendo a un sentimiento “con mal discurso público” pero que le ha permitido evolucionar hacia la empatía.
Desde esa perspectiva, ha asegurado que los asesinos de Atocha también tienen derechos, “entre ellos el de una segunda oportunidad”. Incluso ha hecho el esfuerzo de “poner a los victimarios junto a los muertos, en el sitio que les corresponde”, ha señalado.
Preguntado sobre cómo lograr el perdón, ha aconsejado “hacer una llamada al corazón, porque en él están todas las respuestas”, aunque ha admitido que su actitud reconciliadora le ha generado “cierta incomprensión”.
Prefiere definirse como “sobreviviente” y no como “superviviente” del atentado de Atocha, porque —ha precisado— “no éramos superhéroes, sino abogados comprometidos con la España de la Transición”. Lo vivido, ha dicho, “no se lo deseo ni a mi peor enemigo”.
En el tramo final de su intervención, ha lanzado un mensaje de advertencia sobre el momento político actual: “La cosa está tan mal, que como no demos un volantazo va a ir a peor”, ha concluido.