• jueves, 06 de noviembre de 2025
  • Actualizado 00:00
 
 

COMERCIO LOCAL

La tienda centenaria de un pueblo de Navarra que presume de su pastel estrella "de hojaldre relleno de merengue"

“Al principio se llamaban besugos o besuguitos porque era un nombre más comercial, pero la gente les empezó a llamar barbos y así se quedó”, aseguran.

Iker Aramendía y Patricia Hiriart en la Pastelería Aramendía de Sangüesa. Navarra.com
Iker Aramendía y Patricia Hiriart sostienen los barbos en la Pastelería Aramendía de Sangüesa. Navarra.com

Este año 2025 volvió a oler a hojaldre recién hecho en una pequeña pastelería de Navarra. No era una fecha cualquiera: el 24 de enero coincidía exactamente con el día en que, allá por 1898, nació un negocio familiar que ha endulzado generaciones enteras. Ese mismo día, 126 años después, se levantó de nuevo la persiana y el aroma familiar volvió a llenar el obrador. “No fue buscado, pero es una gran casualidad”, comenta con media sonrisa Iker Aramendía Landa, quien ha decidido retomar las riendas de la pastelería fundada por su bisabuelo.

Este negocio está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en esta sección de comercio local, como el bar 1920 que ha cerrado recientemente una vez jubilada la pareja que lo mantuvo durante más de 40 años.

El maestro pastelero, que cumple 50 años en octubre, pertenece a la cuarta generación de una saga que ha resistido guerras, crisis y hasta dos pandemias. “Aquí empezó mi bisabuelo Benito Aramendía con mi bisabuela Felipa Arboniés. Luego siguió mi abuelo Tomás Aramendía, que falleció cuando mi padre, Juan Pedro Aramendía García, era joven. Después continuaron mis padres, Juan Pedro y Ana Landa, y ahora estoy yo”, recuerda.

Ese lugar no es otro que la pastelería Aramendía, en el corazón de Sangüesa, un establecimiento que ha tenido que reinventarse para seguir vivo. Cerró en febrero de 2022 por falta de personal, pero su historia no terminó ahí. “Mi madre se jubiló y tuvimos que echar el cierre, aunque en Navidad reabríamos durante unas semanas. Estuvimos así dos o tres años”, explica Iker, que durante ese tiempo mantuvo viva la tradición “por cariño y por no dejar morir el oficio”.

Aunque estudió ingeniería forestal, reconoce que la pastelería siempre fue parte de su vida. “Con catorce años ya ayudaba los fines de semana, en navidades o en Semana Santa. Compaginé los estudios y la vida de joven con el obrador”, cuenta. Los recuerdos de infancia, el olor del azúcar cocido y la herencia familiar acabaron pesando más que cualquier otro camino profesional.

El nuevo impulso llegó con Patricia Hiriart, que se sumó al proyecto con entusiasmo y experiencia. “Con su compromiso decidimos abrir de continuo y estamos los dos en el obrador”, relata Iker. Esa decisión ha permitido al maestro pastelero encontrar el equilibrio que buscaba.

“De esta forma puedo conciliar el trabajo con mi pareja y mis dos hijos”. Desde entonces, el negocio funciona de manera estable y el público ha respondido con calidez. “Parece que nunca hubiéramos cerrado y la gente lo agradece un montón”, afirma satisfecho.

Entre vitrinas, bandejas y moldes, hay un protagonista indiscutible: el barbo, el pastel más famoso de la casa. “Es un pez del río Aragón, representativo del pueblo, y mi bisabuelo ya los empezó a hacer con forma de pez”, explica Iker. El original estaba relleno de merengue, aunque hoy existen versiones de nata, trufa o crema. Su delicado hojaldre y su aspecto inconfundible lo han convertido en símbolo de la familia y de Sangüesa.

El nombre también tiene su propia historia. “Al principio se llamaban besugos o besuguitos porque era un nombre más comercial, pero fue la gente la que empezó a llamarlos barbos y así se quedó”, aclara Patricia. El cambio de nombre vino, como tantas tradiciones locales, del cariño popular.

Hiriart llegó al pueblo buscando un cambio de ritmo. “Tenía amigos aquí, quería un poco de tranquilidad… y al final somos un grupo de argentinos que terminamos reuniéndonos en Sangüesa”, cuenta entre risas. Su llegada ha supuesto un soplo de aire fresco para una pastelería que, a sus 127 años, combina el sabor de siempre con la energía de una nueva etapa.

La acogida ha sido inmediata. “La gente del pueblo y la comarca está muy contenta”, dicen los pasteleros. Las reseñas de los clientes lo confirman: “Hemos desayunado allí esta mañana y ha sido muy agradable. El café muy rico, la repostería fantástica y el trato inmejorable. Además, tienen productos artesanos de la tierra y una pequeña exposición de máquinas antiguas usadas para fabricar caramelos. Muy recomendable”.

Otros destacan el valor de su legado y el mimo en sus elaboraciones: “Una pastelería auténtica, con siglos de tradición, mucho cariño en todo lo que hacen y todas deliciosas. Imprescindible probar los barbos. Aramendía vende felicidad”. Y hay quien lo resume con entusiasmo: “Si eres goloso, pásate por aquí. Muy buen surtido en pasteles y ricas tartas de hojaldre”.

¿Tienes una tienda, un bar, un restaurante o un local comercial en Pamplona o alguna localidad de Navarra?

¿Quieres salir en nuestra sección de Comercio Local y que miles de personas conozcan todo lo que ofreces con una noticia y fotografías hechas por profesionales?

Escríbenos a esta dirección y hablaremos contigo para contactar cuando antes: [email protected]


Apóyanos para seguir realizando periodismo independiente.


  • Los comentarios que falten el respeto y que no se ciñan al tema de la noticia, podrán ser eliminados.
  • Cada usuario será el único responsable de sus comentarios.
La tienda centenaria de un pueblo de Navarra que presume de su pastel estrella "de hojaldre relleno de merengue"