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El monte de Navarra que puedes subir en coche y tiene un santuario en la cima con vistas impresionantes

San MIguel de Aralar (Foto: Gobierno de Navarra)
El lugar cuenta con más de mil años de historia es un austero templo de tres naves, divididas en cuatro tramos. 

Ubicado en un lugar privilegiado de la sierra de Aralar, el Santuario de San Miguel in Excelsis se alza como un símbolo de historia, arte y espiritualidad en Navarra. Con más de mil años de antigüedad, este templo románico ofrece una combinación única de arquitectura austera, un entorno natural impresionante y una leyenda que ha perdurado a lo largo de los siglos.

Desde su posición junto a la cima del monte Artxueta, el santuario domina un amplio paisaje que abarca el corredor de Arakil, San Donato y las sierras de Urbasa y Andía

El actual Santuario de San Miguel de Aralar fue construido en la primera mitad del siglo XII, como ampliación de un edificio románico anterior, fechado a comienzos del siglo XI. Se trata de un templo de tres naves divididas en cuatro tramos, caracterizado por su austeridad y sobriedad arquitectónica.

El edificio carece de ornamentación escultórica, permitiendo que la piedra lisa resalte en su función estructural. Entre los elementos más llamativos se encuentran el triple ábside, el atrio-refugio adosado al sur y la restaurada cúpula, que corona el conjunto.

Al acceder al templo, los visitantes atraviesan un pórtico cerrado, cubierto con bóveda de cañón apuntado. Desde aquí, se ingresa a la iglesia, donde las tres naves sin crucero terminan en sendos ábsides: el central, semicircular en el interior y poligonal en el exterior, y los laterales, semicirculares en ambas caras.

Uno de los elementos arquitectónicos más singulares es la capilla central, que se levanta sobre cuatro pilares y se encuentra cerrada como si estuviera al aire libre. En su interior, la iluminación proviene de cuatro óculos, además de las ventanas ubicadas en los ábsides y en la parte central del templo.

Si hay un elemento que destaca dentro del santuario es su famoso retablo románico esmaltado, una obra maestra de la orfebrería del siglo XII. Con unas dimensiones de 2 metros de ancho por 1,14 de alto, esta pieza representa una de las cumbres del arte medieval en Navarra y en Europa.

El retablo fue realizado probablemente durante el reinado de García Ramírez (1134-1150) y está compuesto por un frontal de esmaltes y cristal de roca. En 1979, la pieza fue robada por el famoso ladrón de obras de arte Eric “El Belga”, aunque afortunadamente se logró recuperar la mayor parte de los elementos sustraídos.

Entre 1981 y 1985 se hallaron 16 de los 18 medallones robados y 191 de las 286 piedras preciosas que decoraban la obra. Tras un proceso de restauración, el retablo volvió al santuario en 1991, donde hoy puede contemplarse en todo su esplendor.

En el interior del santuario también se encuentra la imagen de San Miguel, un relicario del siglo XVIII de plata sobredorada. Representa al arcángel con las alas desplegadas y los brazos en alto, sosteniendo una cruz sobre su cabeza. En su interior se guarda una antigua talla de madera, que según la tradición, fue dejada por el propio San Miguel en este lugar.

Cada primavera, la imagen recorre decenas de localidades navarras en un recorrido tradicional que es recibido con devoción por vecinos y autoridades locales. Su peregrinación refuerza el vínculo entre el santuario y la identidad religiosa e histórica de Navarra.

El Santuario de San Miguel de Aralar no solo es un lugar de gran valor histórico y religioso, sino también un mirador natural de excepción. Junto al aparcamiento del templo, una mesa explicativa permite a los visitantes identificar los puntos más destacados del paisaje circundante.

Gracias a su emplazamiento, el santuario ha sido incluido en la Ruta de los Paisajes de Navarra: Agua y Miradores, que reúne los mejores miradores naturales de la comunidad foral. La carretera de acceso desde Lekunberri permite llegar en vehículo, aunque también existe una ruta de ascenso desde Uharte-Arakil, ideal para senderistas.

San Miguel de Aralar está estrechamente ligado a la leyenda de Teodosio de Goñi, una historia que ha sido transmitida durante siglos y que combina elementos religiosos con la mitología navarra.

Según la tradición, en el siglo VIII, Teodosio, un caballero del valle de Goñi, partió a luchar contra los árabes, dejando a su esposa Doña Constanza al cuidado de sus padres. Durante su ausencia, el diablo disfrazado de Basajaun (el Señor de los Bosques) le hizo creer que su mujer le era infiel.

Fuera de sí, Teodosio regresó a su hogar y, en un arrebato de furia, asesinó a quienes dormían en su lecho, pensando que eran su esposa y su supuesto amante. Al salir de la habitación, se encontró con Doña Constanza, quien regresaba de misa. Descubrió entonces que había matado a sus propios padres.

Horrorizado, acudió al obispo de Pamplona, quien lo envió a Roma para recibir penitencia. El Papa le impuso el castigo de arrastrar unas gruesas cadenas hasta que, por un milagro divino, se le desprendieran, señal de que sus pecados habían sido perdonados.

Durante su penitencia en Aralar, un día surgió de una sima un dragón que amenazaba con devorarlo. Desesperado, Teodosio imploró la ayuda de San Miguel, quien apareció entre estruendos, alzando una cruz y exclamando: “¡Quién como Dios!” (Nor Jaungoikoa bezala!). El dragón fue derrotado y, en ese momento, las cadenas de Teodosio se rompieron, símbolo de su redención.

Desde entonces, el Santuario de San Miguel de Aralar ha sido un lugar de peregrinación y devoción, conmemorando tanto la leyenda como la profunda espiritualidad que emana de este enclave milenario.