Comercio Local

La carnicería que busca relevo después de 60 años en la cuenca de Pamplona “si viene alguien con ánimo y ganas”

Alberto Unzu junto a Lili, Celeste y Lohendy en la carnicería Josetxo de Burlada. Navarra.com
"Los clientes nos transmiten buenas sensaciones. Es gente humilde y trabajadora, y son muy agradecidos”, asegura el dueño.

En el corazón de la cuenca de Pamplona resiste una de esas tiendas que mantienen vivo el comercio de toda la vida. La Carnicería Josetxo es mucho más que un punto de venta: es una historia familiar, una tradición que ha pasado de padre a hijo y que, tras más de seis décadas, busca ahora una nueva persona que quiera ponerse al frente.

El negocio lo fundó en 1962 Josetxo Unzu Jaunsaras, un hombre que aprendió el oficio ya adulto, cuando dejó su trabajo como chófer de la villavesa para probar suerte detrás de un mostrador. Aquel primer local fue la segunda carnicería que abrió sus puertas en Burlada, en el lugar donde hoy se encuentra la plaza Torres. Casi treinta años después, a finales de 1991, el negocio se trasladó a su actual ubicación en la calle Joaquín Azcárate, donde continúa funcionando con la misma energía.

Hoy quien corta la carne y atiende a los clientes es su hijo, Alberto Unzu Martínez, que lleva “los mismos 63 años que el negocio”. “Soy pamplonés de nacimiento, pero a los cinco años la familia vino a vivir a Burlada”, recuerda. “De la familia lo llevo yo solo. Estoy aquí de toda la vida, trabajando y cotizando unos 40 años”.

La carnicería funciona “a pleno rendimiento”, asegura Alberto, aunque reconoce que se acerca a la jubilación y que no hay relevo familiar. “Mi hijo Quique se dedica a otras cosas y no le da para esto”, explica. Por eso, está abierto a un traspaso. “Estamos en disposición de dejarlo si viene alguien con ánimo y ganas, porque el negocio funciona y está bien. Es un buen comercio para el pueblo porque trabajo yo con otras tres personas”.

Quien entra en la Carnicería Josetxo se encuentra un mostrador impecable y un oficio cuidado al detalle. “Ofrecemos el mejor producto posible y el corte a cuchillo, que no en todas las carnicerías se utiliza. Considero que es mejor así”, destaca. Además de carne fresca, elabora productos propios muy demandados: “Chistorra, hamburguesas, escalopes de cerdo y de ternera… y el jamón, que siempre procuro que sea lo mejor que encuentro. La chistorra no repite, la hacemos dulce y picante”.

El trabajo es constante y requiere dedicación. “Las vacaciones se cogen cuando se puede, no demasiado. En fiestas hay que trabajar y, cuando se puede, se coge una semana”, comenta. “Estamos tres personas, y eso ya dice que se vende. Es un negocio que requiere esfuerzo, pero es agradecido para quien le interese. Que venga a verlo y le enseñamos”.

De su padre conserva el ejemplo del sacrificio. “Mi padre metía mil horas: todas las del día. Madrugaba, llegaba tarde a casa… Era un tipo encantador, pero lo perdimos un poco como padre porque estaba todo el día currando”, confiesa con afecto. “Ha sido un modo de vida de mucho esfuerzo”, resume.

También recuerda que uno de sus hermanos, Fernando, trabajó con él durante un tiempo en la antigua ubicación, antes de dedicarse a otra cosa. “Somos siete hermanos, y Fernando también fue carnicero, pero luego le surgieron otras circunstancias y se dedicó a otras cosas. Ahora ya está jubilado”.

El cariño de los clientes es una de las mayores recompensas. Las reseñas en redes sociales hablan por sí solas: “La carne estupenda y todo el género. Muy amables. Muy buena atención. Por llevar pieza completa de carne me rebajó un euro por kilo”, escribe una clienta.

Otro comentario destaca “el trato impecable, la carne muy fresca y la relación calidad-precio increíble”. Y añade: “Nos hemos mudado desde Ibiza y, sin duda, nuestra carnicería de confianza a partir de ahora. Gracias”.

Alberto escucha esas valoraciones con una sonrisa. “De joven quieres correr más, pero estoy muy contento y satisfecho porque me siento en casa y la gente responde. Los clientes nos transmiten buenas sensaciones. Es gente humilde y trabajadora, y son agradecidos”.

La Carnicería Josetxo sigue siendo, seis décadas después, una referencia en Burlada. Un negocio de barrio que ha resistido el paso del tiempo y que, si llega alguien con ganas, tiene todavía mucho futuro por delante.