Marta, la navarra que llena su pueblo de vida y flores: “Me dicen que da gusto la alegría que he traído”
Entre ramos, cintas de colores y el aroma de los lirios recién abiertos, Marta Guillén Ayerra lleva toda una vida dedicada al mundo de las flores. A sus 52 años, conserva la misma energía con la que empezó a trabajar siendo una adolescente. “Desde los 14 años ya había trabajo de floristería en casa con mis padres y siempre he estado dedicada a esto. No sé hacer otra cosa”, comenta con naturalidad.
El negocio familiar tiene más de medio siglo de historia. Lo fundó su padre, Jesús Guillén Subirán, en el mercado de Santo Domingo, en Pamplona. Después de varias décadas en La Morea, donde permaneció 32 años, la tienda echó raíces hace cuatro años en Barañáin, bajo el nombre de Floristería Jesús Guillén. Allí Marta sigue el legado de sus padres, Jesús y Teresa Ayerra, con la ayuda de su compañera Pili Martín.
“Estoy muy contenta con la gente de Barañáin. Llevo viviendo aquí 26 años y hago vida en el pueblo”, cuenta entre encargos y llamadas. La tienda, ubicada en la avenida Central número 32, se ha convertido en un pequeño punto de encuentro para los vecinos. “Las clientas me dicen que tengo la floristería preciosa, que la calle está preciosa con las flores y que da gusto la alegría que he traído al barrio”.
Marta, natural de Pueyo como su familia, se muestra satisfecha con el camino recorrido, aunque no oculta que es un trabajo exigente. “Es un oficio sacrificado, el del autónomo. Estoy aquí todo el día”, reconoce. No ve clara una tercera generación al frente del negocio: “Tengo dos hijos que están estudiando y no los veo en esto. Jesús, el mayor, tiene 21 años y estudia Magisterio, e Irene, con 18, hace una ingeniería. Lo veo complicado”.
El calendario de la floristería tiene fechas marcadas en rojo, y una de las más importantes es la de Todos los Santos. “Es una de las campañas más fuertes del año. El que más o el que menos quiere llevar flores a sus seres queridos, ya sea en tumbas del pueblo o en nichos de Pamplona. Lo que más se vende son ramos y centros de flor cortada”, explica.
Los días previos son intensos: “No cerramos al mediodía. El jueves y el viernes, 30 y 31 de octubre, abrimos todo el día. Es un empujón importante, pero también duro porque todo el mundo viene de golpe. No se puede preparar mucho antes, porque la flor se estropea. Hay que esperar a última hora para hacer los trabajos. El día 1 estaremos abiertos también”, detalla mientras organiza los pedidos.
Sobre los precios, lanza un mensaje de tranquilidad. “Es curioso, pero hay mucha flor que está hasta más barata. Viene más volumen de flor de Holanda, Colombia y otros países, y los proveedores sacan buenos precios. Llevamos varios años con los mismos precios, que no se asuste nadie”.
Aunque reconoce que “también hay temporadas muy bajas, como en todos los sectores”, Marta transmite entusiasmo por su trabajo. “No me puedo quejar, la verdad. Estoy contenta. Trabajar aquí me da vida. Llevo toda la vida en esto, primero en Pamplona y desde que me casé, aquí, en Barañáin. En febrero hicimos cuatro años con la tienda y estoy encantada con las clientas”.
La Floristería Jesús Guillén también destaca por la atención al detalle y el trato cercano, algo que los clientes no dudan en agradecer. “Le mandé un ramo de flores a un amigo que vive en Pamplona y Marta me atendió súper bien, ajustándose al presupuesto. El ramo quedó precioso. Repetiría 100%”, escribe una clienta.
Otro testimonio va más allá: “Nuestra experiencia con Floristería Guillén, y especialmente con Marta, fue maravillosa. Desde el primer encuentro sentimos que estábamos en las mejores manos. Captó nuestra esencia y la transformó en algo aún más hermoso”.
Las valoraciones se repiten una y otra vez. “Una atención excelente. Llamé para encargar un ramo y que lo enviaran a una dirección, y en una hora ya estaba entregado. Se puede pagar con Bizum”, cuenta otro cliente satisfecho.
Marta sonríe al escuchar las opiniones y sigue colocando flores en el escaparate. Mientras tanto, en el interior de su tienda, las rosas, las margaritas y los lirios parecen confirmar lo que sus clientas le repiten a diario: que da gusto la alegría que ha traído al barrio.