Comercio Local

El pamplonés que cumple doce años en su bar de pinchos y comida casera: “Lo que más nos piden es callos y manitas”

Patxi Sánchez en la barra del Gastrobar Moka en la calle Tafalla 16 de Pamplona. Navarra.com
“Lo que más piden los clientes son la casquería, las manitas, los callos con morros...", asegura con satisfacción.

Patxi Sánchez Vicente ha celebrado doce años al frente del Gastrobar Moka en Pamplona y ha sacado pecho de un negocio que ha mezclado pinchos hechos al momento y cocina casera con el pulso diario del barrio. El balance, ha asegurado, “es muy positivo” y el local se ha consolidado como uno de esos bares a los que se vuelve.

El bar está en la calle Tafalla 16, en pleno Segundo Ensanche, y ha acumulado casi 70 años de historia “desde el año 1956”. En estos doce últimos, bajo la dirección de Patxi, ha pasado a ser un punto de encuentro con ambiente cosmopolita, donde se han cruzado viejos amigos, familias y compañeros de trabajo con grupos de jóvenes y turistas.

Quien entra se encuentra un espacio con una atmósfera especial y una gastronomía cuidada. La idea que ha sostenido el proyecto, según explican desde el propio bar, ha sido conservar la esencia de siempre pero con una mirada nueva, cuidando los detalles y dando protagonismo tanto a la barra como a la cocina.

El “motor” del Moka se ha apoyado en tres pilares: Patxi, su esposa Irena y su hijo Imanol. Cada uno ha aportado su parte para que el engranaje haya funcionado día tras día entre la cocina, la barra y la sala, con un reparto de tareas que ha permitido mantener el ritmo del local.

En esa etapa, Patxi Sánchez Vicente ha hecho un resumen con frases cortas y directas: “El balance es muy positivo. Es el bar del barrio. Es uno de los bares de referencia y hemos crecido mucho. Trabajamos muy bien y estamos muy contentos. Para nosotros es un orgullo cumplir doce años y mantener un negocio desde hace muchos más años”, ha afirmado.

El hostelero ha contado que va a cumplir 61 años y que ya mira la jubilación de cerca. “Nos estamos acercando a la jubilación”, ha comentado. Y, en ese escenario, ha explicado que trabajar con su mujer y con su hijo le da tranquilidad para el futuro. “Es un negocio familiar donde también hay otros once trabajadores. Estamos 14 en total. Tener un relevo generacional es muy satisfactorio. Me jubilaré con tranquilidad porque es el único hijo que tengo”, ha remarcado.

El Gastrobar Moka solo cierra el domingo por la tarde y el lunes, y mantiene una rutina muy marcada por la demanda. Patxi ha señalado que prácticamente han llenado todos los días y que los fines de semana se ha tenido que reservar con bastante tiempo.

Buena parte del tirón, ha explicado, ha estado en los pinchos, pero con una forma de trabajar poco habitual. “Sobre todo son los pinchos que los hacemos todos al momento. Por eso no hay ninguno en la barra”, ha detallado. Y junto a ellos ha situado la otra pata del local: la cocina casera que ha sustentado los menús.

En ese apartado, el bar ha ofrecido un menú de lunes a viernes por 26,40 euros y otro de fin de semana por 36,30 euros. “Nos van muy bien”, ha señalado Patxi, al tiempo que ha insistido en que los fines de semana la reserva se ha vuelto casi imprescindible.

Cuando toca elegir, el bar ha mantenido un peso claro de la cocina tradicional. “Lo que más piden los clientes son la casquería, las manitas, los callos con morros y más de 40 pinchos diferentes”, ha contado. También ha descrito cómo ha ido cambiando el público con el paso del tiempo: “Los clientes al principio era gente más mayor porque el barrio es así, pero cada vez viene más gente joven”.

La historia de Patxi en la hostelería venía de lejos antes del Moka. Ha recordado que estuvieron unos años en el bar Cali de la calle Amaya y, antes, en la cervecería Liverpool de la calle Iturralde y Suit. “Siempre en la hostelería. Toda la vida. Llevo 40 años cotizados ya”, ha resumido.

En redes sociales, desde el bar han puesto palabras a esta etapa: “Doce años desde que cogimos el testigo del Moka para convertirlo en gastrobar: misma esencia, pero con una nueva mirada. Desde entonces, un camino de trabajo, ilusión y mucho cariño en cada detalle”, han escrito.

Las reseñas de clientes han acompañado ese tono positivo. Una de ellas ha relatado: “Buscando dónde cenar en Pamplona he encontrado este restaurante y me ha parecido maravilloso!! Todo lo que hemos pedido estaba super rico y bien de precio!!. Repetiremos sin duda”.

Otra ha destacado platos y servicio, con una advertencia práctica: “Los fritos muy buenos, la comida brutal y atención excelente por parte de los camareros. La terraza lo único algo ruidosa pero aun así genial!. Hay que reservar”.

Y también ha habido quien ha puesto el foco en el menú del día: “El otro día tuve la oportunidad de probar el menú del día, tienen varias opciones lo cual me parece un acierto. Todo buenísimo, cantidad y calidad y destacaría especialmente el entrecot y la torrija”.