Comercio Local

Las ricas pizzas artesanas de un pueblo perdido de Navarra que regresan para Semana Santa: “Están buenísimas”

Una pizza artesana recién hecha en la Panpinela, situada en la localidad de Eraul (Navarra). Cedida.
Ofrecen una carta con 21 variedades cocinadas en horno de leña, todas ellas disponibles también sin gluten, desde 11 euros.

Han reabierto sus puertas este miércoles 16 de abril a partir de las 20:00 horas, y con ellas ha vuelto el olor a leña, a masa fermentada y a tomate recién triturado. El comedor interior y la terraza han recuperado la vida en uno de los rincones más tranquilos y pintorescos de la zona media de Navarra. Desde el jueves 17 hasta el lunes 21 de abril, el horario será ininterrumpido: de 13:00 a 00:00 horas, y las reservas, abiertas desde el 1 de abril, ya han comenzado a llenarse.

La pizzería está a solo siete kilómetros de Estella camino de la Sierra de Urbasa. Muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local.

Quienes llegan por primera vez se sorprenden por el ambiente relajado, la atención cercana y una carta con 21 variedades de pizzas artesanas cocinadas en horno de leña, todas ellas disponibles también sin gluten. Lo que comenzó como una propuesta sencilla ha acabado conquistando tanto a escaladores como a familias, senderistas o amantes de la buena mesa.

Empezamos haciendo pizzas para los escaladores que venían por la escuela de San Fausto, aquí al lado”, ha recordado uno de los fundadores. “Pronto se corrió la voz sobre nosotros, y de ahí hasta hoy”, comenta.

Los entrantes tampoco se quedan atrás. Ensalada de tomate con foie de pato, chaskis, patatas fritas o espárragos ecológicos completan una carta sencilla pero cuidada, donde todos los ingredientes son naturales y de calidad.

Desde la más básica, con jamón de york, hasta propuestas como la ‘Mongolia’, con huevo trufado, bacon, nata y trufa, o la vegana ‘Las de Larrión’, con humus en lugar de mozzarella, cebolla, pimiento verde, champiñones, calabacín y olivas negras, las pizzas parten desde los 11 euros y se sirven sin prisa, con la confianza de quien sabe que no tiene que correr.

Para llegar hasta esta propuesta hay que desviarse del camino habitual y seguir una pista que lleva hasta Eraul, un pequeño pueblo de apenas 75 habitantes, situado a siete kilómetros de Estella y rodeado por los montes de Urbasa.

Allí se encuentra Panpinela, una pizzería que ha sabido combinar la autenticidad del entorno con una cocina honesta y sabrosa. El nombre nace de la fusión de los apodos de sus creadores, Unai Torregrosa (“Panpino”) y Mariela Goñi, que decidieron dejar Pamplona para construir un proyecto de vida y de trabajo en este rincón rural.

Los dueños de la pizzería artesana La Panpinela en Eraul (Navarra). Cedida.

El negocio ha crecido con el tiempo. A la sala interior se ha sumado una amplia terraza y una zona de tragos para alargar la sobremesa, pero sus fundadores aseguran que “el alma de Panpinela sigue siendo la misma que cuando empezamos”. Y aunque tradicionalmente abrían solo entre Semana Santa y Todos los Santos, este año han ampliado horizontes con una tienda online que les ha permitido llevar sus pizzas más allá del pueblo. Eso sí, los pedidos se deben hacer antes del miércoles a las 14:00 horas si se quieren recibir esa misma semana.

Las reseñas en redes sociales son su mejor carta de presentación. “Es un sitio maravilloso, rodeado de naturaleza. Las pizzas están riquísimas, la sangría deliciosa y fresquita, los postres también buenísimos y todo casero. La atención muy buena. Volveremos sin dudarlo. La única pega es que no se puede pagar con tarjeta”, ha escrito una clienta.

Otro visitante ha destacado el entorno y la calidad: “Un lugar perfecto, no solo por el paraje tan bonito y agradable, sino también por las pizzas al horno tan ricas que tienen. Un buen tamaño y gran variedad de ingredientes. El personal es muy simpático y atento”.

Panpinela ha sido, desde sus inicios, una apuesta decidida por la cercanía, el sabor y el respeto al producto. No hace falta carta larga ni florituras: basta con una masa bien hecha, un horno encendido y muchas ganas de seguir dando de comer bien en medio de la naturaleza navarra.