Cumplir cuatro décadas ofreciendo una experiencia gastronómica impecable no es cualquier cosa. Hacerlo manteniendo la esencia original y adaptándose a los nuevos tiempos, tampoco. Eso es precisamente lo que ha conseguido un restaurante de Pamplona que en este mes de abril celebra su 40 aniversario con una propuesta tan simbólica como sabrosa: la CARTA 1985, una selección que mira al presente con el sabor de siempre.
Es un restaurante que ha sido noticia recientemente por dos acontecimientos: la comida organizada por el jugador de Osasuna Ante Budimir a sus compañeros, y el acto de la primera cata de espárrago de Navarra en la campaña de 2025.
“Cumplimos nuestro 40 aniversario con la misma pasión y, para celebrarlo con todos vosotros, hemos creado una nueva carta”, han compartido desde el equipo de cocina. Esta carta especial se presenta como un homenaje a su historia y está disponible para comidas y cenas todos los días, excepto los sábados al mediodía, por 60 euros IVA incluido, incluyendo primero, segundo, postre y vinos.
La propuesta ha llegado cargada de platos que combinan producto local, técnica y creatividad: ensalada de ibérico con foie, cecina de vaca ahumada con pan de cristal, ravioli de setas con trufa o arroz meloso de calamar y gambas. En los segundos, desde el bacalao ajoarriero hasta un taco de res madurado con salsas de pimienta y roquefort. En los postres, clásicos reinventados como la torrija de brioche caramelizada con helado de canela o el helado de queso cremoso sobre fondo de albaricoque y lascas de parmesano.
Todo esto sucede en el restaurante Alhambra, ubicado en pleno segundo Ensanche de Pamplona, donde desde 1985 se ha consolidado como una referencia obligada cuando se habla de cocina navarra. El alma del proyecto ha estado siempre en manos de Esther e Iñaki Idoate, que han continuado la vocación familiar apostando por un equipo profesional sólido y comprometido.
Al frente de los fogones está desde 1998 el chef Javier Díaz Zalduendo, natural de Arróniz, que ha sabido imprimir carácter, coherencia y una enorme reputación a lo largo de sus más de 25 años de trabajo en la casa. “Hemos creado una carta que cambiará continuamente y se adapta a los nuevos tiempos y costumbres, manteniendo la esencia de nuestros sabores”, ha explicado el equipo sobre la CARTA 1985, convertida ya en el eje de esta celebración.
La selección de platos arranca con opciones como el huevo cilíndrico con parmentier trufado y aire de trigueros, pimientos del piquillo de Perón “Lodosa” asados, langostinos con timbal de ensaladilla rusa y aceite de trufa Artajo, o unas alcachofas de Navarra con virutas de jamón.
En los segundos, propuestas como el tataki de salmón con mayonesa de cítricos y soja, las manitas de cerdo crujientes a su estilo, el Black Angus confitado durante 24 horas o el codillo de ibérico asado con salsa perigourdini.
Los postres completan el recorrido con toques dulces, ácidos y cremosos que van desde el helado de lima-limón con gel de cava y enebro hasta el chocolate negro con praliné de avellana y helado de algarroba.
Pero si algo ha distinguido siempre al Alhambra ha sido su atención al detalle. “Es algo que se nota nada más entrar”, han comentado quienes han formado parte del equipo en estas cuatro décadas. La privacidad de los espacios, el trato personalizado, la elección de la vajilla, la mantelería y la decoración cuidada han contribuido a que sentarse a la mesa se haya convertido en una experiencia completa.
El restaurante cuenta con una capacidad para 150 comensales y dispone de tres comedores privados: dos de hasta 14 plazas y otro para grupos de entre 30 y 70 personas, todos diseñados con una estética elegante, acogedora y pensada al milímetro.
Ignacio, Esther y todo el equipo del Alhambra celebran este aniversario fieles a una filosofía que ha sabido evolucionar sin perder su raíz. Y lo han hecho como mejor saben: cocinando.