Qué bonitos tengo los geranios. Están para verlos. Rojos reventones en mi balcón, primaverales, brillantes, vibrantes, color Osasuna; solo les falta el escudo. Dan gloria verlos. Hace un mes fui al vivero y me traje un buen puñado a casa. Los trasplanté con cuidado y los he estado tratando con mimo. Pero ya he detectado la primera larva cabrona. Están sentenciados. Haga lo que haga, esa plaga los matará silenciosamente a todos.
Se les mete dentro a los pobres geranios y los corroe silenciosamente, cruelmente, hasta que los mata, sin poder hacer mucho más que ir podando salvajemente si lo detectas a tiempo.
Para crueldad animal, la de ese bicho, me dije, con resignación de jardinero vencido. Contra la crueldad de la naturaleza no claman los ecologistas, no; solo contra los humanos. Su indignación siempre es selectiva. Y no sé por qué, bueno, sí sé por qué, lo asocié con los accidentes laborales. Desde hace una temporada tengo la sensación de que hay más muertes que nunca; casi cada semana en Navarra hay alguna noticia de fallecidos en el trabajo, pero ya no se queja nadie.
La larva se ha metido dentro, como en mis geranios, y avanza, destruye, pero en silencio, sin que ya pongan el grito en el cielo ni los aberchándales ni las izquierdas. Desde que Txibite y sus aberchándales gobiernan, los problemas se multiplican, pero la paz social es más grande que nunca. Una placidez como la de mi balcón, hasta que un día me levante y ya no tenga geranios, solo una estructura de ramas y tallos podrida por dentro, completamente seca, muerta.
Hace años era el tema estrella entre los aberchándales y la izquierda, valga la redundancia, pero desde que gobiernan, ya para una década, es un tema que les ha dejado de interesar. Las muertes por accidente laboral, cuando no gobernaban ellos, eran un drama intolerable: maldita derecha que no hace nada, maldito capitalismo, malditos todos. Ahora que gobiernan ellos, solo son una estadística, aunque se hayan multiplicado. Más izquierdismo, más aberchandalismo, más socialismo, más txiringuitos, más muertes, más silencio. La secuencia de siempre.
Solo en 2024, en la Navarra del PSOE, de Podemos, de Bildu y PNV, murieron en sus trabajos 22 personas. Un muerto cada más o menos 10 días laborables. Me ha parecido una cifra salvaje. No sabía que ir a trabajar fuera un acto tan peligroso. Y para llegar a esa cifra tan alta, que es la cúspide de la pirámide de siniestros laborales, la de lisiados y mutilados que habrá por el camino, que son también invisibles. No hay como no hablar de un tema para que la gente piense que no existe.
Para crueldad animal, la de Txibite y sus aberchándales contra los obreros, que están cayendo como geranios sin que a nadie de PSOE, Podemos, Bildu, PNV y sus sindicatos, UGT, CCOO, LAB, ELA, que son los que tienen el poder desde hace muchos años en Navarra, les importe un pimiento. El muerto al hoyo y el vivo al bollo público del Gobierno de Navarra. Un volquete más de millones de euros para el euskera y el año que viene ya no morirá en sus trabajos nadie. Y eso es todo.
