El bar de Pamplona de toda la vida que reabre con nuevo nombre y el jamón asado como atractivo especial
Un conocido bar de Pamplona ha vuelto a abrir sus puertas en la calle Olite 4, junto a la Plaza de Toros, pero lo ha hecho con otro nombre y con un nuevo reclamo gastronómico. El local, ahora bautizado como 'el Gato Bigotón', ha reabierto este 6 de diciembre después de una remodelación con la que busca ofrecer un aire más moderno y un producto que promete convertirse en su sello: el jamón asado artesano.
El establecimiento había sido durante 42 años una parada obligatoria antes y después del encierro. La familia propietaria decidió cerrar el negocio para siempre tras cuatro décadas al frente. En 1982, Feli Nieto y Vicente Lacarra compraron un restaurante que ya respiraba ambiente taurino y cuyo nombre era toda una declaración de intenciones: el Ruedo.
Desde entonces, la gestión pasó al hijo del matrimonio, Joaquín Lacarra Nieto, que comenzó a trabajar en el local con solo 14 años. Fue él quien heredó la conocida receta del ajoarriero familiar y quien aguantó tras el mostrador hasta su retirada después de los Sanfermines de 2024, cerrando silenciosamente una etapa muy querida para varias generaciones de clientes.
En una entrevista concedida a Navarra.com, Joaquín recordaba la intensidad del trabajo diario. Explicaba que empezaban a servir almuerzos a las ocho de la mañana y alcanzaban cifras que lo decían todo: hasta 300 almuerzos al día, comidas hasta media tarde y una clientela fiel que llenaba el local sin apenas reservas. “Aquí siempre almuerza todo el que viene”, aseguró entonces.
Por primera vez en décadas, el Ruedo no abrió durante los Sanfermines de 2025, lo que dejó “huérfanos” a muchos pamploneses y visitantes acostumbrados a su comida casera y a un trato cercano, casi familiar. Esa nostalgia empieza ahora a convertirse en ilusión con la nueva etapa del Gato Bigotón.
El local ha pasado a manos de tres navarros con experiencia hostelera, y la gestión diaria la asume Rodrigo Coronel Molina, ecuatoriano de 49 años, aunque plenamente pamplonés, como él mismo explica: “Vivo en Pamplona desde hace 20 años y esta es mi casa”.
Rodrigo ha trabajado en distintos negocios de la ciudad, como la Mandarra de la Ramos, y asegura comenzar esta nueva etapa “con mucha ilusión, con seis personas en el equipo y con ganas de ver cómo va la temporada”.
El nuevo Gato Bigotón mantiene una propuesta basada en la comida tradicional, con el jamón asado como producto estrella, una receta “antigua y muy especial” que guardan con cariño. La reforma ha sido ligera, centrada en pintura y decoración “para darle un toque más moderno y joven, con muchos colegios cerca”. La carta ofrece bocadillos, raciones, cazuelicas y una barra surtida de pinchos “según vaya pidiendo el público”.
El espíritu del local queda reflejado en sus paredes. Una de ellas presume de su “receta particular”: “dos kilos de abrazos, tres kilos de amor, cuatro kilos de paciencia, dos litros de sonrisas, una pizca de locura y muchos besos”. En otra, se lee: “a falta de amor, otra cerveza, por favor”. Y las reglas de la casa son claras: “número 1: Mamá siempre tiene razón. Si mamá se equivoca, leer la regla número 1”.