Una de las películas españolas que compitió en Cannes y la única en ganar el Premio del público.

Una de las películas españolas que compitió en Cannes y la única en ganar el Premio del público.
“Sirât” y “Romería” fueron a competición en la pasada edición de Cannes, un orgullo para cualquier cineasta teniendo en cuenta que es el festival de mayor prestigio del mundo y la cantidad de películas que solicitan competir. Ambas serán muy probablemente las dos películas españolas más destacadas del año, también con dos de las premisas más diferentes.
Sinopsis: Un hombre (Sergi López) y su hijo (Bruno Núñez) llegan a una rave perdida en medio de las montañas del sur de Marruecos. Buscan a Mar, su hija y hermana, desaparecida hace meses en una de esas fiestas sin amanecer. Conocen a un grupo de raveros y deciden seguirlos a una última fiesta que se celebrará en el desierto, donde esperan encontrar a la joven.
Es difícil encontrar un cine que tenga algo de apoyo económico y esté compuesto de algo punk, diferente e incluso anti sistema. Esto es algo preocupante porque deja al cine como un arte menos relevante, especialmente a la hora de proponer ideas nuevas. Se echa de menos autores que sepan experimentar sin forzarlo y que cuando se enciendan las luces, quede alguien en la sala.
Por eso me alegra ver una historia alrededor de un movimiento tan fuera del sistema como las raves. Y es interesante cómo para armar el relato sus guionistas parecen usar el esqueleto del cine más clásico: un padre buscando a su hija desaparecida. Recuerda a “Centauros del desierto”, “Hardcore” y por momentos se puede ver algo de “Carga maldita”.
Tras ver “Sirât” no solo hay mucha gente en la sala sino que cuesta reponerse tras una media hora final trepidante y que, aunque sea contraria a la contemplación del resto del film, casa muy bien con el mundo que el director Oliver Laxe, que obtuvo mucha atención con “O que arde”, nos propone.
Laxe parece tener una habilidad para centrarse en rincones a los que no se les presta atención y elevar sus historias con relatos muy cinematográficos. El diálogo prácticamente sobra, todo es muy visual, nos muestra cosas a las que reaccionar evitando siempre el efectismo o la condescendencia. Esto lo podemos ver en las raves, consigue trasladarnos ese mundo con naturalismo, sin morbo ni sensacionalismo. También es capaz de castigar la insensatez que a veces hay en estos entornos.
El estado zen del director (si le habéis visto en alguna entrevista) se revela aquí al contar drama sin resultar melodramático, pase lo que pase, hay serenidad en la imagen. Aunque se valora que haya una película española potente que no esté protagonizada por Luis Tosar, Javier Gutiérrez o Antonio de la Torre, a veces Sergi López resulta algo acartonado. Curiosamente no en la escenas más dramáticas sino en la más básicas: “Tenemos que encontrarla”, “no tenemos otra opción”…
Solo me queda valorar la banda sonora y ese final tan cinematográfico.