El bar de Pamplona que arrasa con los fritos caseros y el plato del día: “Es como ir a casa de tu madre”
Pamplona ha estrenado en los últimos meses un nuevo local que está dando mucho que hablar en el barrio de la Rochapea. La propuesta es sencilla pero efectiva: fritos caseros, un menú diario a 15,50 euros que recuerda a la cocina de siempre y un ambiente familiar en el que los clientes se sienten como en casa.
El negocio forma parte del tejido de comercio local de la zona, un barrio con vida propia y negocios de toda la vida. A apenas unos metros se encuentran la mercería Isabel, frutas Ignacio o el popular zapatero Cándido, establecimientos que han marcado el día a día de varias generaciones de vecinos.
La iniciativa ha llegado con aires renovados después de la jubilación de Carlos y Consuelo, que habían regentado el anterior bar durante nada menos que 38 años. El relevo lo ha tomado Helena Vicaria Hevia, de 58 años, que decidió emprender junto a su hija Tamara Sediles, de 36, a quien describe como “el alma del café de Lucía”. También colabora su hijo David, de 27 años, siempre que el trabajo se lo permite.
En este entorno de cercanía, Helena quiso dejar su sello personal. Por eso rebautizó el local con el nombre de su nieta, Lucía, y lo convirtió en un espacio donde todo es casero. “La masa de las croquetas la hago como la hacía mi madre. No compramos nada congelado. Todo lo preparo yo. A veces hay poca cantidad, pero siempre con gran calidad”, recalca.
El Café de Lucía, situado en la calle Bernardino Tirapu 61, casi en el cruce con la avenida de Marcelo Celayeta, se ha ganado un hueco entre los bares de referencia del barrio. Sus especialidades son las tortillas de patata y los fritos, pero la barra ofrece mucho más: pincho de pimiento, de gamba, moscovita, huevo, bola de queso azul o croquetas de pollo asado y de jamón. Incluso se ha animado a participar en un concurso de ensaladilla rusa.
Uno de los puntos fuertes es el menú del día. “Es como ir a la casa de tu madre. ¿Qué tienes hoy para comer? Pues esto es lo que hay: un primero, un segundo y un postre”, cuenta Helena.
Como ejemplo, cita un menú reciente compuesto por revuelto de ajetes con gambas y merluza a la koxkera, todo por 15,50 euros. Reconoce que no ofrecen demasiada variedad, pero sí un sabor auténtico: “Le llamamos menú, pero es como el plato del día de tu casa. Queremos con el tiempo acercarnos un poco más a la idea de restaurante”.
El arranque ha sido positivo. “Hemos empezado tras el verano con más fuerza. Hay que adaptarse tanto a los clientes de toda la vida como a los nuevos, que nos hacen llegar que están muy contentos”, comenta Helena. La Rochapea ha respondido con fidelidad, y cada vez son más los vecinos que repiten por los fritos caseros o por la tortilla de patata.
La dueña también ha apostado por dinamizar el local con actividades. “En fiestas del barrio organizamos una noche con DJ que funcionó muy bien. Además, somos amigos del colectivo LGTBI y hacen aquí cafés y reuniones. Me gusta organizar cosas para las mujeres de la Rocha. Algo diferente”, explica.
El bar abre a las 7:30 de la mañana, con Tamara al frente de los cafés y tostadas, un clásico ya para muchos vecinos. A mediodía cierran a las 15:00 horas, aunque Helena admite que se está planteando reabrir por la tarde. “En verano no merecía la pena porque todo el mundo estaba en las piscinas, pero los fines de semana quiero mover bastante el ambiente”, asegura.
Para animar las noches ha lanzado ofertas como la tapa de patatas bravas con dos botellines de cerveza por 9,50 euros, o el pincho pote de los jueves, de 19:00 a 21:00 horas, con tapa y bebida por 4 euros.
Son propuestas que ya cuentan con seguidores fieles, igual que su tortilla y sus croquetas. “Voy por la calle y me llaman por mi nombre, eso me hace ilusión”, reconoce Helena, que incluso ha reservado un número propio de la Lotería de Navidad elegido personalmente.