- martes, 17 de septiembre de 2024
- Actualizado 19:35
En unos días regresaré a Sangüesa.
Me verás sentado en un banco próximo al río Aragón mirándote enamorado…
Pues hace ya muchos meses que no contemplo el agua discurrir cerca del puente como salida de un naufragio; o erigirse con afán de rozar las estrellas a San Salvador, Santa María y Santiago; o ver a mis paisanos jugar con sus hijos, así, tan felices, como quien sueña un cuento.
No me quedaré mucho tiempo. Apenas un suspiro azul de verano.
Partiré a mi isla antes de que arriben las Fiestas. Antes, incluso, de que desaparezca la última brisa del estío y se geste el primer cierzo otoñal.
Supongo que en estos días de fiesta y algarabía mi ausencia pasará, completamente, desapercibida.
Sin embargo, en nuestra ciudad denominada ‘la que nunca faltó’, no puedo ni debo eludir ciertas personas y distintas entidades con los que, sin ellos, no entenderíamos las Fiestas de Sangüesa.
Y así inauguro mi homenaje en la figura de Jesús María Andueza quien, con su generosa entrega y su constancia eterna, permanecerá presente en nuestra memoria retocando las cabezas y las manos de unos gigantes que se alzaron al cielo sangüesino por vez primera en 1917.
Se derrama en la fragancia del recuerdo de este escrito, igualmente, las artesanas que confeccionan las ropas de nuestros gigantes, así como aquellas carpinterías que elaboraron los armazones de la comparsa txiki.
Porque ellos, nunca faltarán.
Como no lo hará la música que envuelve estas palabras y que entrego con pausa, ritmo y armonía a la Banda Municipal de Sangüesa (que no falta desde 1896) y a sus cincuenta y dos jóvenes, así como a la Coral Nora y a los Auroros, a los gaiteros que este año destacan, aún más si cabe, con el precioso cartel de Fiestas, al grupo de danzas Rocamador y de Txistularis y, como no podía ser menos, a la Charanga, por siempre presente.
Y será el Corazón de Jesús quien reclame sobre los pinos y bajo estrellas mojadas la figura de los campaneros que anuncian la procesión y de los imperecederos maceros.
¡Por Dios, qué no falten los maceros!
Pues en este sentido listado de aquellos que nunca faltarán extiendo el capote a los mulilleros y a las personas que coordinan los toros de fuego.
Y, permíteme, antes de regresar a Sangüesa y sentarme en un banco próximo al río Aragón a mirarte enamorado que tenga presente en mi recuerdo a aquellos que dejan relucientes las calles y arterias de la ciudad tras una jornada de celebración y alegría; a la policía municipal y a la atención sanitaria que vela por todos; y a Vicente Torres, primer alcalde de Sangüesa en 1870, y a todos y todas los que sus pasos han seguido.
Y no, no podrán faltar los niños y niñas que portan los cabezudos; ni tampoco faltará un día de lluvia en Fiestas; ni el disfraz más logrado; ni los bares acogiendo a los sedientos y los restaurantes a los hambrientos; ni la jota vieja; ni la bajadica del Práu…
Ni podremos olvidar a los jóvenes de ayer ni el recuerdo de todos los que en unos días de encuentro como estos nos acompañaron con su emocionada presencia.
Pues todos ellos serán, siempre, los que nunca faltarán.
¡Ay, de arriba a abajo me tiembla el alma e invade un sentimiento de nostalgia!
Ya se deja oír cada grano de arena que voy dejando.
Mis pasos se acercan a Sangüesa.
Pronto me verás sentado en un banco próximo al río Aragón mirándote, mirándote enamorado.
¡Felices Fiestas a todos!
Texto incluido en el programa de Fiestas de Sangüesa 2024.
