• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / El zurriago de Oteyzerena

26J: El caso español

Por Carlos Jordán

De entre todas las interpretaciones que he podido leer, tengo particular filiación por las de Ricardo Macías Picavedra y José Ortega y Gasset, quizá deba reconocer aquí cierto subjetivismo, aunque de otro modo estos textos carecerían de valor.

La cosa es que ambos dan una visión muy acertada y lo que es aún mejor, proponen soluciones realizables y totalmente altruistas.

La manera española de hacer las cosas, se caracteriza por su "incivismo", pues implica una concepción de los asuntos públicos fundada en el particularismo, la hostilidad, la dramatización y el cinismo político. O lo que en lenguaje coloquial sería "por mis cojones".

El ciscarse en el prójimo es tan de aquí como el jamón y la chistorra, cualquiera que pretenda rasgarse las vestiduras ante este comportamiento estará dando la razón a la teoría de la germanización hispánica de Macías Picavedra y que explicaré con detalle unos párrafos más abajo porque creo que es el fundamento del mal español.

Pero cómo ya lo avanzaba Ortega en sus "Meditaciones del Quijote", la "cosa" española se basa en dos formas de evadir la realidad una, nihilista, representada por los movimientos de izquierdas, donde todos los datos ofrecidos son negados a interés y otra idealista, representada por los modelos estrictos. La realidad queda relegada pues a un segundo plano en pro de la emotividad y el sentimiento, dando pie a las injusticias cometidas en España por uno y otro sector a lo largo de su historia.

Gil Calvo lo recogía lo anterior muy bien en su ensayo, hablando de un "mesianismo redentor", donde nombra tres elementos narrativos:

La caída original: con pérdida de la inocencia primitiva, como planteamiento.

El castigo merecido:  que incluye la decadencia, la división cainita y el martirio, como nudo argumental.

La promesa de un sacrificio regenerador: como desenlace donde enlaza ambos mitos.

Los cuales permiten reconstruir "la máscara ambivalente" de lo que denomina "Don Juan Quijote", que adopta ideales quijotescos y se comporta con cinismo donjuanesco. Es, asegura, "la doble moral de la ideología española, a la vez retórica y nihilista, que busca sacar partido al poder público con su lidia de Leviatán".

En cuanto a la teoría de la germanización hispánica, los más ilustrados ya sabrán por dónde van los tiros, Carlos I y Felipe II, reyes por mala gracia de Dios que convirtieron a España en imperio al impúdico precio de sustituir cultura hispano arábiga de los reyes católicos por el imperialismo teutónico, la superposición del Quod principi placuit, legis habet vigorem a las ideas estatalistas latinas que pervivían de manera espontánea en la edad media dentro del autonomismo fragmentario.

Nos robaron nuestra nacionalidad, enraizaron dentro de ella y por ella derramaron a través de toda Europa  las sangrentas tenazas de un nuevo imperio y para hacer del sano catolicismo romano un catolicismo cesarista a su imagen y semejanza. Tan germanizados estamos que más de un siglo después hemos modificado nuestro uso horario para igualarlo al suyo y nuestra política económica y monetaria van a la zaga del Bundesbank.

Este análisis es bien acertado pues detecta claramente las tendencias individualistas de la sociedad española, pese a que el discurso oficial es que España es de centro izquierda. Ejemplos tenemos desde la época de los Visigodos hasta la mismísima segunda república donde veían en el floreciente anarquismo un gravísimo problema.

Conocer esto y tratarlo de fundamento básico es lo más productivo para un partido político que aspire a tener una base social mayoritaria, pues cómo expuse en el artículo 26J: Sectorización ideológica, los individuos compaginamos ambas visiones, por lo que los análisis sociológicos son meros indicativos de la dirección que lleva la corriente de un rio, lo cual es pan para hoy y hambre para mañana ya que no debemos olvidar que la mayor parte de los electores deposita sus papeletas según prejuicios irracionales ya que no ven motivo para hacer otra cosa al no cargar de manera directa con las consecuencias de sus elecciones.


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26J: El caso español