• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Victoria Lafora comenzó su carrera profesional en Diario 16 y participo como jefa de nacional en la salida de Telemadrid,

Cansancio

Por Victoria Lafora

Los electores van a llegar al 26 de junio cansados, hartos y cabreados a partes iguales. Y todavía tendrán que soportar, durante semanas, el teatrillo del reparto de culpas.

Nadie quiere hacerse responsable del fracaso colectivo, nadie quiere ser el chivo expiatorio. La preocupación de los dirigentes políticos, nuevos y viejos, ha dejado de ser la corrupción y su coste electoral. Ahora les aterra el castigo en las urnas a los señalados como responsables de este destrozo.

Porque como destrozo puede calificarse  una repetición electoral que va a costar a las menguadas arcas públicas la friolera de ciento treinta y cinco millones de euros. Y todo porque la clase política pretende que sean los ciudadanos los que cambien de opinión y se plieguen a sus afinidades para compartir el poder.

Ellos, Rajoy, Sánchez, Rivera, Iglesias y Garzón (este último si no desaparece tragado por el manto morado de Podemos) no van a pagar ningún precio por su incapacidad, por su abulia y su indolencia o por su soberbia y dogmatismo. No, van a volver a los mítines como si fueran inéditos como si todavía tuvieran algo que contar que no se sepa. Como las oscuras golondrinas volverán unas ofertas electorales que no se pueden cumplir. Porque el próximo gobierno, si es que al final se consigue, va a tener que hacer un recorte de cuatro mil millones para cumplir el objetivo de déficit comprometido con Bruselas. Por lo tanto toda promesa de mejora a los más desfavorecidos, que no lleve una memoria económica adjunta explicando con que fondos se va a llevar a cabo, será un brindis al sol.

Lo único novedoso, pero que carece de efectos sobre los sufridos contribuyentes, va a ser el reparto de enemigos. El Partido Popular dejará de jalear a Podemos para desgastar al PSOE. Solo el relato de los "horrores y descalabros" de un Gobierno liderado por Iglesias sacará a los suyos del hartazgo y, tapándose la nariz, les volverán a votar para evitar males mayores. Para Rajoy el verdadero adversario es Rivera. Y viceversa.

Esta bipolarización lleva a la izquierda a una pelea cuerpo a cuerpo entre Sánchez e Iglesias que ya ha comenzado. El PSOE se juega incluso la supervivencia y Podemos el liderazgo de la izquierda, o el paso a la irrelevancia, o a ser una fuerza testimonial dedicada a convertir la política en espectáculo.

Los dirigentes políticos que, esta vez sí, se juegan su futuro deberán andar con tiento de no embarrar la campaña con filtraciones interesadas, golpes bajos y abuso del "y tú más" porque pueden estimular la amplia abstención que reflejan las encuestas.

Su principal tarea consistirá en hacerse perdonar que tengamos que seguir aguantando su verborrea mientras se sufren unos datos de paro vergonzosos en relación con nuestro socios europeos, una sanidad pública que se deteriora cada día, una educación pública en la cola del informe PISA y una desigualdad social como no se había visto en  democracia.

¡Qué cansancio!


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