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Blog / La biblioteca de Sarajevo

Los extraños, Vicente Valero

Por Javier Serena

Los extraños (Periférica, 2013), de Vicente Valero (Ibiza, 1963) es un libro compuesto de cuatro historias breves unidas por una circunstancia común.

Portada del libro Los Extraños.
Portada del libro Los Extraños.

Son todas semblanzas sobre algún familiar lejano del que el autor apenas tenía algún dato cierto o del que apenas sabía por alguna leyenda oída de niño, y cuyo retrato completa echando mano de la imaginación o a través de cartas o viajes o la aparición de nuevos documentos.

Se trata, pues, del retrato de cuatro personajes que se perdieron en la periferia de la historia familiar, por el tiempo que les tocó vivir o por su trayectorias vitales azarosas: son extraños, en definitiva, porque de ellos no queda una memoria completa, pero también porque sus perfiles cuentan con algún rasgo excepcional.

Así pues, estos cuatro personajes sobre los que Valero indaga no sólo están sumergidos en una atmósfera de fábula por haber llevado una vida en los márgenes de la familia, sino también porque todos huyeron, de forma fortuita o deliberada, de los destinos más rutinarios de aquellos a los que parecían abocados, en Ibiza o en Madrid de las primeras décadas del siglo pasado, y en el recuerdo que se hace en Los extraños de estos cuatro hombres hay tanta curiosidad por sus biografías a medio completar como fascinación por el hecho de contar con antepasados con vidas tan singulares.

Vicente Valero, además, parece realizar esta exploración para satisfacer una atracción antigua por todos y cada uno de estos antepasados perdidos. Sus vidas agitadas en efecto justifican ese interés.

Uno de los personajes es el propio abuelo del autor, que abandonó una prometedora carrera de abogado para hacerse ingeniero militar en la década de los años veinte del siglo pasado, y morir todavía joven en las colonias españolas en Marruecos, en Larache, donde pudo haber coincidido con Saint Exupery, según se deduce al revisar la correspondencia familiar de aquella época.

Otro de los cuatro extraños es el hermano de su padre, de quien su progenitor estuvo separado la vida entera por la ruptura de la familia en los años previos y posteriores a la guerra, y quien fue un conocido ajedrecista profesional, que regresó a Ibiza ya con más de sesenta años para reencontrarse con el hermano extraviado, aunque en esa breve estancia en la isla morirá accidentalmente. Las otras dos figuras que componen este libro en que se trata de llenar los huecos que rodean estos satélites desdibujados tampoco son menos excepcionales.

Uno está centrado en su tío abuelo Carlos Cervera, que a comienzos del siglo pasado huyó del Seminario para llevar una vida de artista, como cantante y bailarín, que le permitió viajar por el mundo entero y vivir los prohibidos amores homosexuales que tan controvertidos hubieran resultado entonces en Ibiza, y que le convirtió en un extraño perpetuo, pues siendo numerosas sus apariciones públicas resultó ser también uno de los miembros de vida más oculta.

En el cuarto y último retrato, centrado en un tío que fue un militar republicano conocido sobre todo por sus inquietudes intelectuales y por su talante moderno, tolerante y ejemplar, hasta el punto de ser una de las figuras más admiradas por su padre, y quien murió en el exilio en un pueblo francés, el autor se hace presente en un viaje para hacerse cargo de los gastos de la tumba, que viene a ser una forma, a su juicio, de integrar a los muertos con los vivos, de restaurarles parcialmente para la vida a través de la memoria: “he pasado a poseer un trozo de tierra en el suroeste de Francia, un trozo bien pequeño, desde luego, pero sin duda de nuestro tiempo y todavía también, hasta donde yo sé, de nuestro mundo”, dice Valero en los párrafos finales, revelando, pues, que en un aparente acto de justicia con estos personajes fascinantes, una de las intenciones de este libro consiste en despejar las sombras que en la genealogía familiar cubrían hasta el momento el recuerdo de todos estos extraños de biografías agitadas.

Combinando la invención con los testimonios heredados, indagando entre documentos empolvados o viajando hasta la costa marroquí para estudiar los hangares en que falleció el abuelo tuberculoso, Valero no se explaya en biografías completas sobre los cuatro personajes escogidos, sino que se limita a dar un trazo breve pero preciso para ofrecer una última instantánea de estos fantasmas ya remotos.

El valor del libro no reside sólo en su peculiar acercamiento a estas figuras desvaídas, en el que enriquece la memoria colectiva con datos nuevos o con la mera especulación, sino en su escritura cuidada y exacta y de ritmo envolvente, con una elegancia acorde con el modo en que Valero se asoma a las vidas incompletas de los personajes, apenas recogiendo las anécdotas necesarias para ofrecer un relato suficiente visto desde la distancia de los años.

Los extraños supuso la primera obra de narrativa de Vicente Valero, hasta entonces conocido por sus libros de ensayo o poesía, y posteriormente ha publicado El arte de la fuga (Periférica, 2014), libro en el que recrea episodios de Pessoa, Hölderlin y San Juan de la Cruz, situándose en una frontera en que vuelve a mezclar la ficción y la realidad para favorecer la comprensión de estos tres poetas admirados.

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Los extraños, Vicente Valero