El otro día encontré en lo alto de un armario un periódico de los que ya no sirven ni para envolver pescado... De aspecto amarillento y rancio, sus hojas crujían como patatas fritas y la información resultaba más que arcaica.

El otro día encontré en lo alto de un armario un periódico de los que ya no sirven ni para envolver pescado... De aspecto amarillento y rancio, sus hojas crujían como patatas fritas y la información resultaba más que arcaica.
Quise echarle un vistazo rápido hasta que me detuve ante una esquela. La fallecida era una conocida mía, aunque me parece que jamás llegamos a intercambiar una sola conversación. La recuerdo con su melena castaña algo ondulada, ojos marrones muy rasgados, baja de estatura y con algo de sobrepeso; siempre caminaba a cámara lenta.
Entonces, me vino a la memoria un fotograma de los que no se borran. Poco más o menos hace un cuarto de siglo ella iba por la calle con su hija, creo que cogidas de la mano, y vieron a tres o cuatro simpatizantes de un partido político mientras repartían propaganda electoral. La niña, de siete u ocho años, le preguntó:
-Mamá, ¿estos son los buenos?
La vi gesticular, pero no percibí qué contestó. A pesar de su hueca respuesta para mí, aquella cuestión se me grabó a fuego. Para siempre.
El primer día que coincida con esta joven ya treintañera debería recordarle esta anécdota. Y así, tal vez me llegue a confesar qué le respondió su madre...
Ideación de ‘Los buenos’
He ordenado un altillo y he ojeado varios periódicos con muchos meses de hemeroteca a sus espaldas.
Caracteres con espacios: 1.361