Quiero vivir sin miedo. Estamos muy acostumbrados a ver imágenes de maltrato físico, pero nunca se aborda el maltrato que precede a este, que es más dañino y duradero: el psicológico.

Frases como: ‘Eres una mierda. Una mierda’; ‘No sirves para nada’; ‘Soy lo mejor que te ha pasado en la vida y lo sabes’; ‘¿Quieres separarte? Perfecto, pero la niña se queda conmigo.’
Estas frases y muchas otras forman parte del guion del cortometraje de María Bestar que lleva por título, ‘No estás loca’.
Este pasado viernes tuvimos la oportunidad de visualizar este cortometraje en la sala de Ámbito Cultural de Las Palmas de Gran Canaria que, todo sea dicho, ha obtenido numerosos galardones no solo en España sino, igualmente, en Estados Unidos, y que dejó a todos los convocados sobrecogidos y en un silencio conmovedor.
En este cortometraje se visualiza el maltrato psicológico. Estamos muy acostumbrados a ver imágenes de maltrato físico, pero nunca se aborda el maltrato que precede a este, que es más dañino y duradero: el psicológico. La realización hace especial énfasis en la violencia vicaria, que es también muy desconocida y más común de lo que pensamos.
Y, ¿qué es la violencia vicaria? La violencia vicaria es una forma de violencia de género en la que los hijos de las mujeres víctimas de violencia de género son instrumentalizados como objeto para maltratar y ocasionar dolor a sus madres.
La Ley Orgánica 1/2004, del 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, recoge que no solo la mujer es víctima de este tipo de violencia, también lo son sus hijos, utilizados por su maltratador para producir daño.
Se manifiesta de muchas maneras, como, por ejemplo: amenazas de llevarse a los niños y niñas, quitarle la custodia o incluso matarlos; aprovechar la presencia de los hijos para insultar a la madre, hablar mal de ella, humillarla y amenazarla; utilizar los momentos del régimen de visitas para inventarse información dolorosa acerca de las hijas o la ausencia de información durante esos días.
El cortometraje cuenta la historia de Ana y Juan. Son una pareja de clase alta, aparentemente normal. Tienen una hija de 6 años. Ana está desesperada porque Juan no quiere trabajar. Ningún trabajo es bueno para él. Cada vez que Ana le insiste en que busque algo, él la denigra y la insulta para esconder su complejo. Ana, cansada del maltrato constante, quiere separarse, pero Juan le amenaza constantemente con que no volverá a ver a su hija si le deja.
La visualización de este cortometraje vino acompañada de la presentación del libro de Nanda Santana titulado, ‘Te haré la vida imposible’, en el que la autora utiliza sus propias vivencias para explicar la violencia psicológica, quiénes la perpetran y el perfil de sus víctimas. Pero, lejos de caer en un relato pesimista, ofrece, asimismo, claves para aprender a detectarla, para hacerle frente y para iniciar los necesarios procesos de sanación que llevarán a una recuperación total del daño y la violencia sufridas, por las mujeres y por sus hijos, cuyo derecho a una infancia feliz y armoniosa ha sido violentado e impedido por un adulto despechado, resentido y rencoroso que no ha sabido encajar una separación o divorcio.
Entre muchos testimonios de las dos protagonistas, María y Nanda, así como del numeroso público que se dio cita, me pellizcó un momento en el que una asistente apuntaba cómo un niño había llamado a su amigo por teléfono y había escuchado de fondo a su padre gritándole e insultándole.
La madre, víctima de violencia, le asesoraba a su hijo que se acercase al amigo, que hablase con él, que se preocupase porque no estuviese solo y que le informase debidamente.
No podemos mirar hacia otro lado. Nuestros hijos, hermanas, compañeras de trabajo pueden estar amenazadas, intimidadas o cuestionadas.
Recuerda. No estás loca.