- sábado, 25 de enero de 2025
- Actualizado 00:01
¿Sabes una cosa?
Hoy, mientras se destapaba soñando
del cielo la luna y erraba nocturna,
-violeta y jazmín y nardo-,
con el sueño la estrella,
te he encontrado.
Esparces olor a verano
y parece que a tu paso
las flores,
nuevas y cercanas,
agitan suspiros e invaden
de amor y magia los campos.
Estaba con esa alegría grata
que otorga un libro
y habitaba con la única codicia
de continuar leyendo.
Y sin saber lo que se ama
-al encontrarte-,
se quedó
mi última letra leída,
enamorada.
Lo sé.
Sé que te produce tedio esta rosa.
Quizá,
prefieres menos corazón
y más carne y sudor y vaho.
Lengua, acaso.
Espada.
Espuma blanca.
¿Sabes una cosa?
Ignoro qué caminos
-terrosos, verdosos y arenosos-
besaste o cazaste o has demolido.
Yo solo advierto
que te he encontrado.
Y así gatea esta sonata,
-risueña y dorada-,
en la concesión de este sentimiento
que no sabe si mañana
andar hacia tus alados brazos;
o a tus serenos ojos;
o inflamados labios.
Pero te he encontrado.
Y mi nombre ya es amor
que vaga eterno
por esta palabra
que es más tuya que mía.