Pensar que vivimos en un estado donde la libertad de expresión es un derecho fundamental parece algo anecdótico después de lo vivido en Pamplona con el autobús de HazteOír.
Pensar que vivimos en un estado donde la libertad de expresión es un derecho fundamental parece algo anecdótico después de lo vivido en Pamplona con el autobús de HazteOír.
Estamos tan inmersos en la polémica que ha suscitado el contenido de estas campañas que a veces cometemos el error de guardar silencio, ante la vulneración de uno de los derechos más fundamentales. Se nos está yendo de las manos, y lo digo en serio. Tu libertad acaba donde empieza la del otro.
España es un estado de derecho, democrático y donde la libertad de expresión es un derecho fundamental. Y resulta que aparece en Pamplona un autobús de una asociación legal que defiende sus ideas y lo reciben una panda de salvajes al grito de “fascistas”, tirándoles piedras, huevos, escupiéndoles, impidiéndoles el paso, pinchándoles las ruedas, rompiendo el autobús e increpando a sus ocupantes con todo tipo de insultos.
¿Esto es permitir la libertad de expresión? Esto es una auténtica vergüenza. Las grabaciones de los diferentes momentos que han tenido que vivir los miembros de la asociación HazteOír dan miedo. Nos estamos convirtiendo en una sociedad que calla ante la injusticia. Esta gentuza, porque no tienen otro nombre, ha recurrido a la violencia para expresar su disconformidad con la campaña de esta asociación. Y se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con ellos, pero lo que no se puede, en ningún caso, es utilizar la violencia y la intimidación.
Los hechos ocurridos son totalmente intolerables y condenables. Los radicales que han protagonizado este bochornoso espectáculo no deberían quedar impunes. Hacen flaco favor a una causa legítima y en absoluto representan a los colectivos que defienden la misma causa que Chrysallis. Para estos personajes, cualquier excusa es buena para utilizar la violencia y en este caso, parece que para algunos hay una doble vara de medir.
¿Acaso alguno de nosotros quedaría impune si en algún momento se nos ocurre tirar piedras y huevos al vehículo de alguien? ¿Y si le escupimos? ¿Y si le increpamos y proferimos todo tipo de insultos? ¿Y si le pintamos el vehículo? ¿Y si intentamos desinflarle las ruedas?
Vivimos en un país donde cada uno debe poder expresar su opinión de forma libre, y donde entiendo, que tan licito es que Chrysallis , Asociación de Familias de Menores Transexuales, haga una campaña con el objetivo de visibilizar la situación que viven los niños transexuales en España y combatir los prejuicios que hay hacia ellos, y que una asociación como Hazte Oír, haga otra campaña para defender la libertad de elección de los padres para que sus hijos sean educados de acuerdo a sus convicciones.
Y si no lo es, será el poder judicial quien lo decida, pero no podemos permitir que una panda de energúmenos se tome la justicia por su mano. En el Artículo 19 de la "Declaración Universal de los Derechos Humanos", se lee: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión."
Un derecho tan básico y tan fundamental como la libertad de opinión y expresión no puede ser vulnerado ante la pasividad de todos. Debemos movilizarnos y denunciar este tipo de actuaciones o llegará el día en el que estas situaciones formen parte de nuestro día a día.