Por no hablar de la pobreza real que se ve por las calles. Hay más sintecho que nunca, esos que anunció a bombo eta platilloak el alikate Asirón, a la semana de llegar al trono, que había acabado con ellos.

Este año se cumple una década -diez años ya, tú, cómo pasa el tiempo- que el aberchandalato vasco gobierna Navarra. Recuerdo que Uxue Barkos llegó al poder sobre dos caballos alados, dos unicornios magníficos, convenientemente azuzados por sus medios y sus ramificaciones sindicales, sociales y esas cosas que tienen ellos montadas con dinero público: el puré llegaba tibio a algunas habitaciones del hospital y por las esquinas de Pamplona morían niños de hambre. Pero literal, niños desnutridos vagando por la ciudad.
Menuda campaña se montaron, matraca-matraca, a pico eta pala, día eta noche. Pimpán-pimpán.
Ni había niños por las esquinas muriéndose de pobreza extrema, ni ningún problema generalizado con las comidas del hospital. En el momento de máximo esplendor de la monserga, tuve a un familiar ingresado un par de semanas y nos descojonabamos del asunto porque la comida que recibía a diario era especialmente, digamos, candente; y de una calidad, según la crítica gastronómica que nos hacía cada vez, más que aceptable.
Hoy, diez años después, el sistema sanitario navarro debe de funcionar mejor que nunca, pese a los cierres de secciones en Estella, Tudela..., las listas de espera demenciales o incluso la violencia y robos contra los sanitarios en los propios centros, porque no se oye ni media queja de toda ese ejército que tiene esta gente engrasado con dinero público.
Las manifas son contra Trump y Netanyahu, como vi otro día en un cartel que tenemos pegado frente al gimnasio al que voy. Contra el fascismo mundial, así, en genérico, sin concretar en nada, humo. En lucha contra nadie. Con algo tienen que entretener a la tropa, que la sacan de maniobras, para que no se les aburra. No sé.
Por no hablar de la pobreza real que se ve por las calles. Hay más sintecho que nunca, esos que anunció a bombo eta platilloak el alikate Asirón, a la semana de llegar al trono, que había acabado con ellos.
Serán pobres fachas que están por las aceras para joderle el relato, yo qué sé. El caso es que tampoco hay agentes sociales aberchándales que se quejen de los problemas reales de Irroña, que ellos están salvando Oriente Próximo y Estados Unidos o el planeta en su conjunto, manifa va, manifa, viene por la avenida de Conde Oliveto. Qué maravilla, qué gente más comprometida, ni dios sabe con qué, pero qué preciosidsd de compromiso. Aparta, pobre, que no me dejas avanzar, que estamos salvando desde la avenida de Bayona las focas del Ártico. Todo el día con el puño en alto por la Chan o la Rocha para que los de Guüsconsin se libren del yugo trumpista.
Hasta esta semana, que de repente, se ha resquebrajado el oasis y les ha salido respondona una asociación a la que les va a costar despacharla con el "es que son fachas" habitual.
Cómo será la cosa, que los del comedor solidario París 365, han salido a denunciar que Pamplona no es que no vaya bien, es que da mucho miedito: "Hemos decidido cerrar el comedor (en los turnos de cenas) para garantizar su seguridad, así como la del vecindario y de aquellos usuarios que nada tienen que ver con los cada vez más frecuentes trapicheos de la calle San Lorenzo".
Seguridad. Ojo. Telita el mar de fondo que se intuye en esas declaraciones. Mucha telita. Cómo tiene que ser el asunto para que, conociendo Pamplona y sus dinámicas, salgan a decir públicamente los de esta asociación que el alikate Asirón está desnudo. Y eso es todo.