- viernes, 06 de diciembre de 2024
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Aprovechando el paréntesis navideño, que parece ha disminuido la intensidad de la marejada política navarra, o al menos la ha obviado, he escuchado detenidamente la interesante intervención de la alcaldesa Cristina Ibarrola en el pleno de la moción de censura al Ayuntamiento de Pamplona. De esos minutos que el edil de más edad le concedió, destaco varias frases: “Obedientes marionetas” “la palabra no tenga valor” “dignificar, prestigiar y legitimar la política” y repetida la de “creer en la política de verdad”, que merecen la pena tener en cuenta.
Se dice que la política es quizá la única profesión para la cual no se considera necesaria una preparación y es cierto pues conocemos auténticos animales políticos sin posesión de títulos y master y, por el contrario, personas que no han trabajado nunca ni tienen experiencia alguna llenas de títulos, pero inútiles en política.
Todas las personas practicamos algo de política en la vida cotidiana, pero la política con mayúscula, cuyo fin último es alcanzar el poder, tiene unas formas y unos principios que deben ser respetados. La política vocacional, permanece en la persona. Y los que la practican saben que existen determinados valores indelebles, y que incluido el ego y sus legítimos intereses complementan un político/a de verdad.
El ego no es perjudicial siempre que sea controlado y utilizado en su momento por ejemplo no ser una oveja que empuja a las demás para entrar al aprisco lo más próxima a la del cencerro para no perder sitio en la sede o redil.
El interés debe ser por el bien común, si solo es personal conduce forzosamente a ser un títere que aspira a no perder el sillón y su retribución, cuanto más tiempo mejor.
En cuanto a valores, Cristina Ibarrola se refiere también a “la honestidad rara avis” a lo que el divulgador Jano García, dice “el método democrático expulsa de forma natural al honesto, al tiempo que encumbra al demagogo”. Con la repetida frase de “Política de verdad” creo queda resumido y claro el preciso mensaje, de la alcaldesa.
Es posible que a la didáctica intervención le haya faltado la previsión de lo que puede acontecer inesperadamente ya que en democracia aunque las formas estén exentas de valores fundamentales, el resultado de la votación es lo que vale y debe asumirse.
Aprovecho también la reciente declaración del actual alcalde: “Respetaré la ley de símbolos pero espero que cambie” para. Citarle otra frase de Jano García: ”Que la democracia vuelva a ser forma y no fundamento de gobierno, que no sea religión antropólatra, sino participación del pueblo en instituciones ordenadas al bien común”