El equipo de Jagoba Arrasate vuelve a conformarse con un empate merecido y justo porque se le escapa una victoria que no es capaz de apuntalar.
- jueves, 18 de abril de 2024
- Actualizado 11:33
El Valencia solo estuvo mejor que Osasuna apenas durante un rato de la segunda parte. En el resto del partido, o igual o por debajo, sobre todo tras el gol navarro, o en el tramo final. Sin embargo, el resultado parece justo. Los partidos duran noventa minutos y hay que analizar el global, no solo lo que ocurre tras el gol de la ventaja donde la imaginación y las ganas van mucho más lejos que el balón. Duele empatar con un autogol en un campo llamado Mestalla, sobre todo porque optó en conservar la ventaja en vez de apuntarla de veras, pero el punto es bueno. Osasuna sigue sumando, de uno en uno, pero mucho menos, infinitamente menos, es nada. El punto tiene mérito.
Alternativas en el juego y buena imagen rojilla, de acuerdo. Con un palo y dos ocasiones claras Osasuna acabó mejor que un Valencia con plantel más que suficiente para luchar por la Europa League. Contar con jugadores como Gameiro o Guedes en el banquillo anima a calificar de decepcionante, sin paliativos, el papel de Javi Gracia en el conjunto ché. Lo malo fue que tras el empate Osasuna cedió metros y lo pagó. El Valencia se acomodó en el partido. El encuentro iba a pedir de boca. Ni encargado tras la contra que materializaron entre Nacho Vidal, Roberto Torres y Calleri, a quien esta vez no sustituyó Jagoba Arrasate. Rectificó acertadamente.
El técnico rojillo mantuvo su esquema con alguna ligera variante. Además de los obligados en el centro de la defensa, colocó en el pivote a Lucas Torró, dando mayor libertad de movimientos a Moncayola, mientras dejó en la estacada a Oier, que salió al final para apuntalar el partido. Iñigo Pérez cedió su puesto a Javi Martínez, que cumplió de sobra. A Jagoba le salió bien el planteamiento alegre, aunque sin florituras. El equipo transmitió empaque, orden y eficacia. Lo malo es que los rojillos suman ya 13 partidos sin ganar, y eso escuece lo suyo.
Además, Arrasate acertó con los cambios, si bien con un matiz. Sustituyó de golpe, si bien debió anteponerse al gol del empate, a los cuatro hombres que colocó entre el pivote Torró y el punta Calleri. Efectivamente logró dar un nuevo aire al equipo, que se recompuso y se fue arriba. Sin embargo, como acostumbra últimamente, volvió a quitar a Rubén García, y eso merece una puntualización. La creatividad del levantino resulta algo así como la piedra angular de este equipo, quizás sería mejor dosificarle algo más para que llegue al minuto 90, ya que en cualquier caso mejor con él aunque ande cojo.
A destacar en cualquier caso al conjunto. A la labor del bloque, y especialmente a Moncayola. El de Garinoain progresa a pasos agigantados, gana en presencia y adquiere mando, iniciativa y soltura. Necesita la libertad que le concedió el míster en Mestalla para alcanzar su mejor versión. Además, es la persona indicada para amparar, proteger y engrandecer a Javi Martínez, que reclama erigirse en algo más que una estadística sobre el número de canteranos, algo en lo que por cierto este técnico anda un poco remiso. Apenas estos dos jugadores en dos temporadas y media. Matemática pura. Lo demás, milongas.
Para terminar un apunte práctico. El análisis del empate no sería el mismo si el Valencia hubiera acertado, o fallado Osasuna, en cualquier momento de la insistencia ché. De hecho, el autogol llegó como una perla madura fruto de ese empuje. En caso de repetirse una acción similar en forma de acierto puntual, rebote o cualquier otra posibilidad, el análisis del partido habría cambiado radicalmente. En esta temporada Osasuna ha jugado bastantes partidos parecidos al de Mestalla y han acabado peor. Y es que todavía no ha dado el paso desde el a ver qué podemos arramplar a imponer la personalidad que todavía se le presupuesta.
A ver si durante la segunda vuelta…
