• miércoles, 24 de abril de 2024
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Opinión /

La nueva política alimentaria de la Unión Europea hace dudar

Por Miguel Bujanda

Hay motivos para dudar de que la nueva política alimentaria de la UE vaya a proporcionar alimentos más sostenibles y accesibles.

Campo de recolección alcachofa Tudela. INTIA
Campo de recolección alcachofa Tudela. INTIA

La Unión Europea (UE) se ha propuesto lograr una alimentación más sostenible “solamente” desde el punto de vista ambiental, frente a las reticencias de agricultores, ganaderas y cooperativas, que advierten de los mayores costes y de la competencia de otros países, además de la consecuencia inevitable que será el traslado de los problemas medioambientales y de alimentación a los países del tercer mundo de una manera hipócrita y egoísta.

En su lucha contra el cambio climático y la degradación del medio ambiente, la Comisión Europea (CE) está impulsando el llamado Pacto Verde Europeo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55 % hasta 2030 y lograr la neutralidad climática en 2050.

En línea con esos objetivos, la CE ha lanzado en el ámbito alimentario la estrategia «De la granja a la mesa», que plantea ampliar al 25 % la superficie agraria europea dedicada a los cultivos ecológicos, reducir el uso de fertilizantes en un 20 %, y el de fitosanitarios y antibióticos en un 50 %. Y todo para 2030.

Llevarlo a cabo sin base científica ni técnica, sin consenso con el sector y sin evaluar sus impactos en la subida del precio de la cesta de la compra, es un despropósito.

Desde UPN lo que si tenemos claro es que esta errónea política disparará al alza los costes de producción; por lo tanto, aumentarán los precios que deberán pagar los consumidores por los alimentos. Lo cual, en estos momentos de crisis alimenticia y con una inflación galopante es brutal para la economía de las familias. Como hemos dicho antes dependeremos de la producción de alimentos de terceros países, sin la seguridad alimentaria acerca de lo producido, que sí garantizan los exigentes estándares europeos, ni garantías ambientales, ni socio-laborales.

La competencia desleal de terceros países y la pérdida de competitividad de los productos agroalimentarios es peligrosa. La soberanía alimentaria debería considerarse estratégica, como la energía o la seguridad. Es incomprensible que la UE utilice la alimentación como moneda de cambio en acuerdos comerciales con otras potencias mundiales, sin importarle la seguridad y trazabilidad de los alimentos.

El sector agropecuario que representa solamente el 1% de las emisiones de CO2 a nivel mundial, ha reducido sus emisiones desde 1990  en un 20%, las emisiones de nitratos en un 18%  y la de antibióticos en un 34% desde 2008.

Lo grave es que estos datos fueron eliminados de la Comunicación de la Estrategia Granja a la Mesa por una motivación ideológica y sectaria.

La contribución del sector productor agroalimentario no tiene como único objetivo alimentar a la ciudadanía europea, sino también, luchar contra el cambio climático. Somos el sector económico que captura más carbono, somos un sumidero natural de CO2 que se tiene que valorizar, y somos los responsables de producir la alimentación de la cada vez mayor población mundial.

La nueva Política Agraria Común (PAC) para el periodo 2023-2027 incorpora mayores exigencias ambientales, que los productores del sector primario de Navarra están dispuestos y preparados para asumir. Disponemos del conocimiento que, junto a nuevas tecnologías implementadas en los equipos agrícolas y otras herramientas de la agricultura de precisión, son fundamentales para la sostenibilidad de los recursos naturales.

La disminución drástica de los productos fitosanitarios y fertilizantes puede parecer un problema, pero sin embargo puede ser una oportunidad. Disponemos de tecnología y métodos productivos que permitan esa disminución sin que la solución sea la involución a métodos productivos de siglos pasados.

Desde UPN apostamos por un sistema alimentario más sostenible medioambiental, económica y socialmente. La crisis del Covid-19 demostró la importancia de tener un sector agroalimentario fuerte y eficiente y no depender de las importaciones de terceros países.

Pero tiene que saber el resto de la sociedad que para este cambio de modelo, España y por lo tanto Navarra dedicará hasta un 43 % del gasto dedicado a ayudas PAC, que no solo busca que el consumidor tenga la cesta de la compra más barata, sino que prima una supuesta protección de la bio diversidad, con medidas que imponen burócratas que no piensan ni en el productor, ni en el consumidor ni en el medioambiente, sino que más bien, actúan al dictado de grupos lobistas.

Tal como se ha diseñado la PAC, los instrumentos de mercado resultan insuficientes, el agricultor que vive de la actividad agraria no se verá priorizado y el consumidor verá como cada día tiene mas problemas para acceder a los alimentos básicos y esenciales de una dieta adecuada.

Sin duda hay que apostar, y desde UPN así lo hacemos, por el modelo de agricultura y ganadería familiar moderna, tecnificada y atractiva, para que los jóvenes quieran tomar el relevo. Este modelo ancestral en Navarra es fundamental porque realiza una actividad sostenible que se debe apoyar al máximo y sin complejos.

Desde UPN abogamos por lograr los ambiciosos objetivos de la Comisión, dotando de más apoyo económico a los agentes implicados, y aplicando la normativa sobre la cadena de valor de modo que no permita producir a perdidas, que refleje los costes de producción y evite los abusos y desequilibrios en el eslabón más débil de la cadena.

Faltan propuestas coherentes y factibles para cambiar de modelo productivo, para financiar las reformas y para lograr resultados antes de 2030. No está claro el objetivo, el modelo. No tienen sentido por tanto esas propuestas que son poco más que imponer al sector la reducción de sustancias activas o la limitación de las producciones y del tipo de cultivos.

En el mundo rural navarro y en su tejido económico siempre hemos tenido dos figuras comerciales que apoyan al sector: una agroindustria fuerte y competitiva que necesita suministro de productos cercana y adecuada a las necesidades de los mercados y, por supuesto, las cooperativas. Un modelo afianzado y eficaz extendido por todo el territorio foral. Hago mía la frase que escuché a un representante cooperativista: «No va a haber economía verde en números rojos».

Es un reto injusto para el sector cambiar a un modelo medioambiental más exigente si no hay garantías de sostenibilidad económica y social.


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