Este pasado miércoles fue la gala de las ansiadas y vilipendiadas estrellas Michelin, en una edición que se prometía memorable para la gastronomía Española.
Este pasado miércoles fue la gala de las ansiadas y vilipendiadas estrellas Michelin, en una edición que se prometía memorable para la gastronomía Española.
Este año era el año. Incluso hubo una comunicación previa a la prensa por parte de la guía roja anunciando que se iba a dar un nuevo triestrellado, bastantes de dos estrellas y una lluvia de monoestrellados. Noche de perseidas gastronómicas.
Una noche en la que la maldición que recae sobre Navarra se iba a romper. El año anterior Tatau Bistro en Huesca se llevaba una estrella por ser un gastrobar llevado con amabilidad, pasión e… ¡inequívoca personalidad!, con una bulliciosa zona de bar, con elaboraciones de elevado nivel técnico, productos de calidad y precios razonables. ¿No me digan que no les viene el equipo de la cocina de Alex Múgica a la cabeza?
Pero claro para poder acceder al estrellato de la guía hay que tener una sala impecable, una bodega acorde y una cocina que se hunda en la tradición. Les invito a que se den buenos homenajes en el Enekorri y, entre otras cosas gocen con su excepcional bodega, sin estrella.
¿Y la segunda para Koldo Rodero? Claro que si Mugaritz no es para tres estrellas igual Rodero no es para dos. Y en entre esas disquisiciones vino el alegrón del año, cuando el navarro Jesús Sánchez se llevo su segunda estrella por su sueño del cenador de Amos.
Podemos seguir repasando e irnos hacia asadores donde el producto y la paciencia son la máxima. Bidea Bi o Epeleta son dos claros exponentes que, siempre aparecen en las listas de lugares indispensables a visitar. Bidea Bi es abonado a la parte alta de las listas. Tampoco.
Pero no voy a seguir con el tono de indignación ya que los citados solo son una muestra del gran nivel gastronómico de Navarra. Pero todo esto destaca que la guía Michelin puede estar en un momento crítico de lucha interna. Criterios más clásicos ganan en unas ediciones y, criterios más actuales en otras. Así que ya es hora que se renueven o que se modernicen. O que hagan las dos cosas a la vez. Pero que lo hagan, son muchos años de desconcierto.
Y que una estrella no puede ser quasi vitalicia. Eso logra que las estrellas muten y se conviertan en lastre más que en motor. En sentencia de cierre. Una inmovilidad que se ve reflejada en restaurantes que siguen haciendo lo mismo y mantienen su estrella. O que la pierden y sufren injustamente. Y esto también lo conocemos en Navarra.
Así que tendremos que esperar a nuevas ediciones. A nuevas generaciones tanto en la guía como en la cocina Navarra que promete mucho, muchísimo. Cito algunos como Luis Salcedo, Jesús Iñigo, Iñaki Andradas, o el jovencísimo Aaron Ortiz a sabiendas que me dejo muchos. Las nuevas estrellas Michelin en Navarra están mucho más cerca de lo que pensamos y, ese día lo celebraremos. Vaya que si lo celebraremos.
Mientras ese día llega, parafraseando al gran cocinero sin estrella “seguiremos siendo libres”. Y comeremos de fábula, sin nuevas estrellas pero de fábula.