Urge que la sociedad civil abandone su zona de confort y venza la apatía para forzar, bien un cambio de políticas, bien de políticos.
*Carta enviada por Manuel Pablo Sarobe Oyarzun
Urge que la sociedad civil abandone su zona de confort y venza la apatía para forzar, bien un cambio de políticas, bien de políticos.
*Carta enviada por Manuel Pablo Sarobe Oyarzun
La EPA del tercer trimestre revela que Navarra es la comunidad donde más ha crecido el paro en el último año, síntoma inequívoco de nuestra pérdida de competitividad, corroborada por el devastador saldo negativo entre la facturación de las empresas que vienen y se van de aquí.
Es la esperada consecuencia de la equivocadísima política emprendida por Geroa Bai, que acabó con los pilares en los que el viejo Reyno basó tradicionalmente su pujanza económica; una fiscalidad favorable y unas modernas infraestructuras. Lo hicieron presionados por los bildutarras, a quienes se abrazaron pese a sus diferencias en tales materias, pues nada puede más que la ikurriña que comparten. Priorizaron lo identitario en detrimento del progreso y bienestar de la sociedad, como en la convulsa Cataluña, donde la estelada ha convertido en compañeros de cama a republicanos de izquierdas, burgueses de derechas y anticapitalistas.
Actuaron como cooperadores necesarios unos podemitas venidos a regenerar la política que, olvidándose de los problemas de sus votantes, se dedicaron a sacarse los ojos. Quedaron reducidos, junto a IU, a meras comparsas de Bildu. Pagaron caro esta deriva. Podemos perdió cinco de sus siete parlamentarios. Los sobrevivientes de la escabechina han aprendido la lección y, ya calmados, se limitan a cobrar sus buenos sueldos. Marisa de Simón retuvo in extremis uno de los dos escaños de IU. La veterana política suma al batacazo electoral el rechazo de los afiliados, que han aupado al liderazgo de la coalición al candidato renovador, frente al que ella apoyaba. El cambio bien podría empezar por el logo, ese infumable mapa de Navarra con un muñón a modo de puño y mueca de estreñimiento.
Los socios de legislatura elegidos por el PSN auguran más de lo mismo. Poco cabe esperar de Geroa Bai, o como diablos se llamen ahora, vistos sus pecados. Menos aún de los bolivarianos, cuyo modelo es Venezuela, un país donde el 94,5% de la población es pobre. Tampoco el comunismo de IU crea riqueza. Me persigue desde hace décadas la mirada perdida de una señora intentando vender un paquete de pasta y un rollo de papel higiénico en una gélida calle de Moscú. Miseria acompañada de tristeza. Y qué decir de nuestros aberchándales. Si por ellos ellos fuera seguiríamos yendo a San Sebastián por el puerto de Azpíroz o afrontando la sequía con camiones cisterna. Pueblerinos tozudamente opuestos a infraestructuras que luego son los primeros en usar, como sucederá con el AVE, si algún día llega.
Hemos contabilizado las víctimas de ETA, pero nadie ha cuantificado la costosísima factura que nos dejó el nacionalismo vasco violento. Sumen los destrozos causados por sus bombas y por la kale borroka, los sabotajes de las obras públicas, el ingente gasto en seguridad, las pérdidas provocadas por la fuga de empresarios extorsionados, cuyos productos eran boicoteados en el resto de España… El secuestro de Felipe Huarte alejó de Pamplona la factoría de la Ford, hoy en Almusafes, con más empleados que VW Landaben.
La abucheada María Chivite ha decidido confiar el futuro de Navarra a quienes contribuyeron activamente a esa ruina, despreciando a la mayoría social, histórica garante de nuestro desarrollo económico y estabilidad política. Un error mayúsculo. Me pregunto qué queda del socialismo centrado que impregnaba los lúcidos escritos del hoy silente Federico Tajadura. Deber a Bildu la presidencia y los innumerables sueldos públicos repartidos entre la militancia socialista explica sin duda esta dilución de principios. Se entiende así, por ejemplo, que los votos que el PSN cosecha mayormente en la Ribera no se traduzcan en el agua que imploran, sino en el euskera para todos anunciado por la consejera Ollo, dispuesta a cambiar a martillazos nuestra realidad sociológica, a mayor gloria del nacionalismo vasco. Pagaremos un altísimo precio en términos de progreso e identidad por ver expuesto el retrato de María Chivite en la planta noble del Palacio de Navarra.
Volviendo al ocaso, ¿se está haciendo algo para revertirlo? No. El Estado apenas invierte en Navarra, el empleo público crece más que el privado a base de más deuda, y, entre tanto, la comisión que estudia nuestra lesiva fiscalidad ha parido un ratón al limitarse a proponer la supresión de tres bonificaciones en el impuesto sobre sociedades. Me cuenta un asesor, con toda naturalidad, que en función de la patología fiscal de sus clientes, los deslocaliza a Guipúzcoa o a Madrid. Hay que parar esto ya. El aumento de la recaudación ha de lograrse estimulando la actividad económica y ampliando el número de contribuyentes en lugar de ordeñando más a quienes todavía no se han ido.
Urge que la sociedad civil abandone su zona de confort y venza la apatía para forzar, bien un cambio de políticas, bien de políticos. O espabilamos y volvemos a ser un territorio “business friendly” o acabaremos comiéndonos los mocos. Y con el pan de los hijos no se juega.
*Carta enviada por Manuel Pablo Sarobe Oyarzun